viernes, 24 de junio de 2011

¿SOY VERGONZOSO? ¿MIEDO AL RIDÍCULO...?



"Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,  se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Lucas 8:43-48"

   He dejado lo que estaba haciendo y me he concentrado en el texto que está escrito arriba. Es el milagro de Jesucristo realizó sin el tomar parte consciente. Es un milagro donde la fe no opera por un mandato de Jesucristo, por una Palabra, ni siquiera por un pensamiento, Jesucristo estaba en otras cosas con su mente, pero el Espíritu de El esta consciente de muchas cosas mas. Así fue que cuando esta señora se acercó secretamente con dificultad, pero con empeño y creyó en su corazón que solamente tocando el manto podría recibir sanidad, así sucedería, y así sucedió.

   Me gusta escoger este tipo de milagros de sanidad en Lucas. El era médico por lo que su testimonio es muy importante.
   Pero creo que el Señor me está dirigiendo a algo que, por lo menos yo no había meditado, que recuerde, respecto a esta mujer sanada de forma automática por el Señor de una enfermedad de flujo de sangre, que la tenía por mas de 12 años y que ningún médico de entonces había podido darle solución, a pesar del dinero invertido por la enferma.
  Me está dirigiendo a ciertos tabúes* que tenemos en esta sociedad, en algunas circunstancias.
  Yo recuerdo, efectivamente, que cuando en varias predicaciones sentí el llamado de Dios a ser salvo por medio del sacrificio de Jesucristo, el llamado a pasar al frente para que oraran por mí, una de mis grandes resistencias era la vergüenza, el sentido del ridículo, mi gran preocupación por lo que la gente podía pensar de mí.
   Creo que a lo largo de los años este sentimiento frustrante, lo he seguido teniendo. Reconozco que ha sido superado en gran manera por la gracia de Dios, pero todavía persiste algo.
   Y ahora repasando en los recuerdos, creo que esto se da y puede dar en muchas personas, y me pregunto si es posible que perdamos oportunidades de recibir bendición, no solo en sanidad, también otras bendiciones que necesitamos en nuestra vida, para muchas cosas, y podamos perder estas bendiciones a causa de nuestro tabúes, nuestras vergüenzas, nuestros miedos y preocupaciones excesivas por lo que la gente dirá - muchas veces injustificada - y entonces como nos sentiremos nosotros.
   En el fondo esto nos está mostrando cuan débiles somos, cuan afectados estamos por el pecado nuestro o de otros, pero afectados en nuestro ser íntimo y en nuestra auto-estima que necesitamos tanto la apreciación exterior, debido a nuestra inseguridad interior.
   Creo que Dios nos está mostrando claramente que El quiere sanarnos, primero de nuestra incapacidad para ser vulnerables, para que pueda llegar a nosotros su gracia y su poder.
   Esta mujer durante 12 años había sufrido de un azote que en esa cultura iba mucho mas allá de lo que significa una simple enfermedad, cuando vamos a la Ley, en Levítico 15 concretamente y no exclusivamente, encontramos que una mujer que tenía este mal, era inmunda y ¡todo lo que tocaba era inmundo! y si alguien la tocaba..era inmundo y si alguien dormía en la cama, se sentaba en la silla ó usaba cualquier cosa que ella hubiera utilizado entonces era inmundo también.
   Esto quita la moral a cualquiera. Esto produce una gran baja auto-estima.
   Por eso ella pensó y tuvo fe en decir, voy le toco soy sana y me sin que nadie se entere.
   ¿No es esto lo que muchos quisiéramos....? Quisiéramos que todos nuestros problemas fueran sanados en secreto y nosotros seguir nuestra vida. Yo he visto a personas así. Ya he confesado que yo era así y que todavía algo de aquello queda en mí.
   Pero creo que el Señor nos llama a querer sus bendiciones y testificar de ellas.
   Una de las señales que identifican a esas personas que sufren ese, vamos a llamar, sentimiento restrictivo, son los que no pueden casi soportar a los otros, a los que como el ciego, cuando oyen que Jesús pasa GRITAN llamándolo para que les auxilie. A esos les diríamos como le dijeron otros al ciego, ¡NO GRITES!, pero que equivocación, a Dios le encantan los osados, los atrevidos, por supuesto que hay siempre un orden, pero cuando uno es ciego y puede recibir la vista ó tiene flujo de sangre por mas de 12 años y ha gastado todos los ahorros y sigue siendo inmundo, entonces ¡HAY QUE HACER ALGO COMO SEA!   si es necesario GRITANDO.
   He visto personas que no pasaban a que oraran por ellas por miedo al ridículo, aunque estaban necesitando las oraciones de manera imperiosa. Hay que pedir la valentía necesaria, la sanidad de este sentimiento limitador, para atrevernos, ser osados y pedir oración.
   Se hace un llamamiento y pasan...¿los necesitados? me temo que no, me temo que pasan los osados, los sin vergüenza, sin tabúes, sin ridículos. Me temo que otros que necesitan se quedan a causa de su vergüenza, sus tabúes, su sentido excesivo del ridículo, su baja auto estima, y me temo, si es así, peor todavía, que los que no pasan y tienen necesidad, puede que se sientan molestos por aquellos que pasan...dicen para sí mismos: ¡Ahí está otra vez el mismo ó la misma, ó los mismos ó mismas! como si eso justificara su falta de valentía.
   El episodio de esta mujer no enseña que Dios quiere que digamos, que digamos adecuadamente, y por eso, esta mujer fue llamada a testimoniar "delante de todo el pueblo"...

1. La causa porque le había tocado a Jesucristo
2. Lo que ocurrió, que fue sanada al instante

   Hija, Jesús tu no eres tan mayor, eres bastante joven, tienes 30 años y esta mujer debe ser de tu edad ó incluso puede que mayor...por qué la llamas "hija", porque El vino a mostrar a Padre.
   "Tu fe te ha salvado, ve en paz"
   Esto también lo oyeron todo el pueblo. Era como decir, no solo te lo digo a ti, también estoy diciendo a los que me escuchan que tengan de esta clase de fe y entonces podrán ir en paz respecto a las cosas que les perturban.
   Esta mujer no solo recibió sanidad, también recobró la paz que este mal le había arrebatado por tantos años, porque no olvidemos que nuestros problemas no resueltos nos provocan también falta de la verdadera paz, la que Cristo nos da.
   En este momento el ministerio público de Jesús era evidente. Ya no decía a la gente que no dijeran nada, era momento de hablar.
   Tenemos vergüenzas, miedos al ridículo, al que dirán, a que pensarán de nosotros, que son utilizados por el diablo. Cuando Pedro trató de reconvenir a Jesucristo para que no fuera a la cruz, en realidad estaba sacando sus miedos, sus miedos adquiridos y éstos no son útiles cuando estorban las cosas de Dios.
   Cuando no decimos que somos cristianos, cuando no testificamos, cuando no pasamos a que oren por nosotros, puede que le estemos dando una oportunidad al diablo, cuando le decimos a los "ciegos que llaman a Jesús" ¡Cállate! estamos proyectando esos miedos, convirtiéndonos en obstáculos y no vías para que Dios obre.
   Pero Dios tiene poder para liberarnos de esto también. El quiere hacernos personas osadas y valientes para lo que sea de Dios. El nos quiere dirigir a cuando tenemos que hacer y cuando no, pero no deben ser nuestros tabúes los que dirijan nuestra decisiones.
   La pensó que esta oculta, Dios la descubrió, pero para su Gloria pues hoy todavía se habla de ella y de lo que Dios hizo en ella, la sanó no solo de su flujo, también le enseñó a ser valiente en las cosas de Dios y le dio paz.
 
   Padre, perdóname cuando por mis tabúes no he podido permitir que Tú seas quien obre en mi vida. Perdóname cuando por mis tabúes he criticado silenciosamente a otros que osadamente se ponían delante de Ti, perdóname cuando lo he hecho no silenciosamente también. Perdóname, quiero ser dirigido por Ti y no por mis sentidos del ridículo, mis vergüenzas, mis que dirán, enséñame a hacerlo decentemente y con orden como tu quieres, pero con tu decencia y tu orden, no los míos, porque no quiero perderme ninguna bendición, te lo pido Padre, en el Nombre de Jesucristo. Amén.
*Nota:
Por Tabú quiero decir esas "costumbres" sociales que "arrinconan" nuestras necesidades en nombre de la compostura.

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