jueves, 19 de mayo de 2011

¿Perdonar?¡Para qué!

Los seres humanos, todos sin excepción, experimentamos una inclinación natural hacia la felicidad….lo hemos venido diciendo en los temas anteriores de este curso sobre valores humanos. Hoy, hablaremos del valor del perdón, así que veamos pues, que tendemos a la felicidad pero en el camino, encontramos obstáculos que dificultan la realización de este deseo y para muchos de nosotros, para mi, para ti que escuchas, el principal de estos obstáculos es el resentimiento…..el resentimiento viene a ser como cuando estás parado, parada frente al mar tirando una chancla vieja….Momentáneamente desaparece ante tus ojos pues entre las olas que van y vienen en su movimiento eterno la alejan, cuando de repente, una ola pone de nuevo ante tus ojos esa vieja chancla que tu suponías desaparecida.
Así es el resentimiento….vuelve como la bola grande y pesada que tiene poder de derribar una gran casa.

El Señor Jesús en el evangelio, habla de un hombre que al no construir sobre roca firme, vino la tempestad y derribó la casa porque no estaba construida sobre roca. En este caso, la roca es el perdón incondicional. Tan incondicional como el que Él, nos dio a todo el genero humano de todos los tiempos: cuando dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. El no dijo: Padre: tu y yo sabemos cómo es el corazón del hombre, terco, infiel, inmaduro, y por eso Padre, vamos a acabar con ellos….así que en este mismo momento, haz que todos los volcanes de la tierra, con su azufre y ceniza, acaben con ellos, ¡Padre!, porque jamás van a entender, porque moriré en la cruz y ellos y ellas seguirán matándose con sus actitudes egoístas….soberbias…..

No. Jesús no habló así. No actuó así, porque sólo habla así quien es superficial y sólo alcanza a mirar lo que su ceguera le permite ver…..Jesús era un hombre profundo, y no nos cansaremos de decirlo una y otra vez, porque esta profundidad le dio la mirada de fe, la mirada de perfecta compasión es decir, una capacidad inigualable de empatía es decir, capacidad de ponerse en las entrañas del otro, de la otra y comprender que se reacciona violento, agresivo, sensual, negativo, soberbio, rebelde, por tanta herida que se lleva allá escondida en lo que la psicología llama subconsciente.


Quien no vive conscientemente y simplemente se deja llevar de lo que su subconsciente ha guardado incluso desde antes de nacer, está destinado, destinada a repetir un pasado doloroso, vergonzoso, viviendo constantemente en un túnel sin luz, en un abismo que parece no tener fondo, construyendo una realidad cotidiana que agobia y atormenta día tras día, noche tras noche, sin entender si quiera la razón o el motivo por el cual se repiten errores en la vida, contra quien decimos tu y yo, que amamos más y todo esto, va generando dolor y me avergüenza, te avergüenza, dándole vida a un ayer contaminado y oscuro en cada hoy, en cada nuevo amanecer a través del dolor, de la repetición de patrones de conductas destructivos.


Estamos seguros que en más de una ocasión, te has propuesto cambiar, ser una mejor madre o padre o hijo, hija, un mejor compañero, compañera o simplemente, te has propuesto ser un mejor ser humano. Estamos seguros que te has propuesto en más de una ocasión dejar atrás ataduras, culpas, relaciones dependientes destructivas, dependencias emocionales, neurosis, ansiedad y tristeza inexplicable y sin darte cuenta, has vuelto a caer en lo mismo, con un sufrimiento mayor.


Si hoy, aquí y ahora, tu que escuchas, te experimentas que no vales la pena, y tu autoestima anda por los suelos haciéndote sentir como cucaracha fumigada o chicle masticado, inseguro de ti mismo de ti misma encubriendo todo esto con la máscara de la prepotencia, de “saberlo todo” de soberbia desmedida tratando de demostrar que no pasa nada, si te resulta fácil establecer relaciones dependientes destructivas o tienes alguna adicción como el alcohol el cigarro, alguna droga, la comida en exceso, el trabajo excesivo para llenar huecos que por más intentos que hagas por llenarlos, cada vez son más grandes y la no fe grita dentro de ti: “¡Desdichado, desdichada de mi!. ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi?. Hoy la fe te responde aún más fuerte: Te librará tu Señor Jesucristo si pones los ojos fijos, en Él.


Muchas veces, el cúmulo de heridas no sanadas allá en tu inconsciente o subconsciente, no te permiten manifestar tus emociones, tu ternura y te cuesta decirle ¡Te amo!, a tus hijos, a tu compañero, a tu compañera, a tus amigos, a quienes te rodean y aún a aquellos que simplemente son tus prójimos aunque no los conozcas. Y ¿sabes?. Es porque tienes miedo a ser rechazado, rechazada una vez más y por eso no te atreves a ser tu mismo, tu misma por temor de hacer el ridículo y por eso no te lanza a ofrecer una sonrisa, una actitud en la que los brazos no estén cruzados, o un simple abrazo dado con todo el ser, disfrutando la presencia del otro, de la otra.


Cuántas veces callas lo que quisieras gritar y gritas lo que necesitarías callar y te sientes culpable y amargado, amargada y lloras posiblemente interiormente sin razón aparente, y albergas una nostalgia inexplicable, a pesar de haber tenido una “infancia feliz” o quizá no tan feliz, y vives en un infierno cotidiano a pesar de tener hoy la oportunidad para ser feliz.


Permítenos decirte que no esperes que otros y otras sanen tu corazón. No esperes que otros y otras te animen para seguir adelante en este peregrinar hacia la casa del Padre. No esperes nada de nadie. Espera todo de Dios y de ti, pues no es posible que otros y otras caminen tu camino. Y el primer paso para poder comenzar a caminar firmemente por el camino de la liberación interior, por el camino de la dulzura, de la verdad, de la luz, del perdón, es aceptar que tus errores, todas las infracciones cometidas contra la vida hasta este día, son producto de la ignorancia, de vivir inconscientemente, dormido, dormida, pero alégrate, que la Luz de Cristo te da la llave para que abras los candados que te mantienen esclavizado, esclavizada en la inconsciencia…si tu quieres, puedes trabajar juntamente con la gracia infinita de su amor, que te ayudará a conquistar tu propia libertad, sin miedo ni ataduras, dándote la oportunidad de construir una vida plena, feliz en Él, en donde tu interior será un oásis de paz, de seguridad, de vida y libertad, porque ese oásis estará habitado por Él, que te desea como una persona, un ser humano lleno de vida y el perdón, es vida.


Para comenzar este proceso, además de aceptar tus errores, es importante descubrir por qué los has cometido, qué los genera, en dónde está el origen de tus reacciones agresivas, violentas o indolentes. Y para encontrar el origen será bueno que comiences por transformar el pensamiento negativo de “No se puedo cambiar” por este que vas a escuchar: “El Señor puede transformar mi corazón en un corazón hermoso, libre”….luego que hayas hecho esto, comienza a encontrar a ese niño interior herido, a esa niña interior herida para empezar a llenarlo de amor y comenzar a dejar fluir el reino de paz que Dios ha querido para ti desde toda la eternidad.


Si tu estás en medio del mar, envuelto, envuelta en una tempestad, tendrás que esperar a que llegue la calma, de la misma manera, atravesaremos juntos el bosque oscuro, tenebroso, poblado por los recuerdos del ayer que se pierden en la inconsciencia, para descubrir el camino que conduce hacia el lugar en donde se encuentra atrapado tu niño, tu niña interior, pequeño, frágil que ha permanecido tanto tiempo en la oscuridad, callando su miedos, su dolor, sintiéndose culpable y sintiendo vergüenza, ira silenciosa que aparece hasta el día de hoy como brotes que aparentemente no tiene explicación, brotes de irritabilidad, y agresión, ahogando tus sueños en el vacío y muchas veces en la frialdad del corazón.


Si no te conoces, si en realidad, no sabes quién eres, cómo podrás amarte?...¿Cómo pretendes amar a otros a otras, cuando tu te rechazas, te condenas, porque no te perdonas?... Para poder comenzar a descubrir el maravilloso potencial que hay en ti, de amor, de alegría verdadera, para poder comprender el por qué de tus caídas, el por qué cultivas repetitivamente adicciones, dependencias, sufrimiento, vacío, siempre deseando lo contrario, sólo te pediremos que abras tu corazón y tu mente al Señor en estos momentos, ahí en donde estás, cerrando tus ojos para decirle allá en el silencio de tu ser, con todo lo que tu eres….


"Dios mío….tú lo conoces todo….tu has sido mi Creador….tu sabes por qué nací, cómo fue el momento de mi concepción, tu sabes que yo no pedí venir a este mundo, yo no escogí ni a mis padres, ni mi sexo, ni mis genes que constituyen gran parte de mi forma de ser, ni mi físico, ni mi voz, ni gran parte de mi historia que me ha marcado tanto……Dios mío….gracias a Jesús tu Hijo y mi Salvador, se que tú eres mi verdadero Padre…esto lo digo desde la fe –aunque mucho tiempo crecí creyendo que tu eras justiciero y vengativo….hasta de niño, de niña me decían que si me portaba mal, tú me castigarías, pero hoy, gracias a Jesús, se que eres amor infinito y que es ese amor el que hoy me tiene ante ti. Hoy estoy ante ti, con mi corazón afligido, corazón de quien ha permanecido tanto tiempo en el valle de la oscuridad y los lamentos, extraviado, extraviada sin rumbo y sin luz.


Hoy, ante ti, me encuentro lleno, llena por un intenso deseo de volver a vivir, de comenzar de nuevo una existencia alentada por la fuerza de tu amor que ha comenzado a sanar con mi niño, con mi niña interior. Déjame recuperar la inocencia, la fe, la espontaneidad que tú depositaste en mi, desde el principio del tiempo. Dame la gracia de recuperar la fuerza, la alegría que me llevó a conquistar el milagro de existir, cuando apenas era una célula diminuta y de manera inconsciente, creía en la vida, creía en ti y en mi, ¡Oh Dios Único y verdadero!


Aquí estoy ante Ti, desvalido, desvalida, sin rumbo, como un niño extraviado en la oscuridad de la noche de la inconsciencia. Estoy cansado, cansada de tanto buscar, de repetir patrones de conducta que un día me lastimaron tanto y que juré nunca pero nunca, volver a vivir. Aquí estoy ante ti con el único deseo de ser libre en ti, de rescatar por fin a mi niño herido a mi niña herida y entregarte de una vez por todas, las ataduras y candados que me impulsan a fotocopiar el pasado, el infierno conocido que ya no quiero vivir más.


Ahora, no traigo más equipaje que mi fe, ese don que me regalas para que sea feliz y te viva intensamente en mi corazón, y el anhelo sincero de romper cadenas de amargura. Traigo el valor que tu Presencia amorosa me infunde. Oh mi Compañero fiel, Dios amoroso en esta aventura maravillosa en la que libre en ti, regrese a ti y a los demás diariamente, con una sonrisa en los labios, con un corazón henchido por la dicha y con el espíritu expandido en la libertad de tu amor. Gracias mi Dios, porque experimento la luz de tu Presencia, porque se que me infundes fuerza en el corazón. Gracias porque tomas mi mano y tengo la certeza de que puedo sacar de las tinieblas que ahora han comenzado a transformarse en luz, a esa criatura maravillosa que Tú elegiste para expresar una parte de tu plan divino y que por inconsciencia quedó extraviada en el valle del dolor. Gracias porque contigo es posible reencontrarme con esa parte de mi que quedó olvidada, fragmentada en un ayer sin tiempo. Gracias porque en Ti, y por Ti, es posible traer a mi hoy, aquí y ahora a ese pequeñito que vive dentro de mi para brindarle en cada hoy, el amor que le faltó ayer. Y con él en mi conciencia y en mi corazón, poder estirar las alas y volar hacia la libertad verdadera, para poder extender la mano y jugar con las estrellas y poder sonreír nuevamente y perdonar. Gracias porque en Ti y por Ti, contigo a mi lado, con mi niño, con mi niña interior sano es posible construir una vida nueva, una vida mejor, una vida en Ti. Gracias por escucharme. Gracias por responder."


Ahora, desde el Poder que te infunde el Señor Dios, desde su luz, tomado, tomada de la mano Jesús, vas a ir contemplando las diferentes etapas que conformaron el desarrollo de la infancia, con el fin de detectar y sanar en cada una de ellas, las posibles fracturas emocionales que laceraron en aquél ayer lejano, tu alma de niño, de niña.
Hoy, aquí y ahora, dirige tu mirada, unido, unida a Jesús, para rescatar a tu “yo bebé”, desde el momento de la concepción hasta el nacimiento como momento cúspide, como el momento más grandioso y único, e incluso, hasta el primer año de vida.


La fe, y la dinámica de la mente, nos permitirá iniciar la aventura que conduce a un reencuentro con tu niño interior y es probable, que a estas alturas de tu vida, tu mayor inquietud sea, saber quién es ese pequeño, esa pequeña…lo que ha sufrido, por qué te hace reaccionar como reaccionas. Estamos seguros, que con la gracia de Dios, muy pronto, podrás abrazarlo desde la fe, tenerlo junto a ti, en tu conciencia y en tu corazón, para poder brindarle todo el amor, la ternura, la aceptación que en el ayer le faltó y de la mano de Jesús, juntos, recuperes la alegría de vivir, la espontaneidad, la inocencia, la confianza en la vida, en ti mismo, en los demás y en Dios, tu Señor.


Pero antes de comenzar esta interiorización, es importante, que desde el momento en que un bebé es concebido, comienza a recibir nutrición física y emocional a través de los alimentos que ingiere la madre y de las emociones que ella experimenta, no sólo en ese momento, sino a lo largo del período de la gestación es decir, el tiempo que el bebé permanece dentro del vientre materno. Así, esa célula pequeñísima, en la que se concentra todo el potencial de la vida, comienza a recibir, desde el instante en que es fecundado: amor, o desamor, rechazo, o aceptación y todas las emociones tanto negativas como positivas que su madre, experimenta durante ese tiempo.


Y así, se va formando un feto, que evoluciona hasta que se encuentra formado el bebé, y en la semana número 36, se aproxima el alumbramiento, que es el momento en que ese nuevo ser nace y hace su aparición en el escenario de la existencia, en nuestro mundo, en donde de nuevo vuelve a sentir el impacto de las emociones recibidas en esa circunstancia especial es decir, siente amor o desamor, rechazo tal vez porque se esperaba un niño y fue niña o al contrario; por el color de la piel, o por el parecido con el padre o la madre o lo que es peor, con la suegra o este pariente que es tan antipático –dicen-.


Y sobre ese pequeñito, esa pequeñita,, recaen las dudas sobre la paternidad o porque tenga cabello o porque esté pelón y por mil aspectos más, como el miedo inconsciente que experimentan los padres ante la responsabilidad de una nueva vida que recaen totalmente en ellos…temor que generan los problemas económicos, las presiones de la vida cotidiana, los distanciamientos, el abandono y muchas razones más. Todos hacen blanco de esa criaturita pequeñísima, frágil indefensa en la que Dios ha puesto todo su anhelo para expresar un fragmento de su inteligencia infinita, de su inigualable amor.


De la misma manera, el amor y la aceptación que recibe desde ese momento, van creando en el bebé, seguridad, una sensación interna de aceptación y confianza. En el caso contrario, ese bebé se experimentará inseguridad, temor que no se explicará ni aún cuando haya alcanzado 20, 40, 60 ó 90 años de edad. Y este temor, lo manifestará en llanto y malestar constante, generándole emociones negativas que se le irán acumulando y escondiendo en lo más profundo de su inconsciente, pero que saldrán una y otra vez, convertidas en rechazo a sí mismo durante toda su vida.
Como podrás escuchar, a lo largo del desarrollo en las diferentes etapas que forman la infancia, el niño, la niña experimentan situaciones que afectan su mundo emocional dejándole para siempre marcado su subconsciente o inconsciente, porque estas han generado un profundo dolor, culpa, vergüenza y porque la mente es así, la dinámica mental tiende a ocultarlas, -como dijimos- en los niveles más profundos, grabándolas con la fuerza de la emoción de ese momento, por lo que de manera inconsciente, tendemos tu y yo que escuchamos este casete, a repetir e incluso a multiplicar el daño experimentado en aquel momento de nuestro ayer, a veces repitiendo contra nosotros mismos, castigándonos o agrediéndonos de una y mil maneras; a veces golpeándonos u ofendiéndonos como en los momentos de aquel ayer que desgarraron el corazón.


Cuántas veces te has observado a ti mismo, a ti misma, cuando cometes algún error, repitiendo en silencio e incluso en ocasiones en voz alta: “Soy un estúpido, una tarada, un menso, todo lo hago tan mal” etc. Y si haces un poco de memoria, son las mismas palabras que te decían cuando eras apenas un niño, una niña.
En otras ocasiones, esos recuerdos inconscientes, el daño y el dolor almacenado durante toda una vida, se derraman en contra de las personas que nos rodean, incluso en contra de los propios padres, o hijos, familiares o hasta amigos. Y cuando menos pensamos, estamos cayendo en la misma situación, haciendo contra ellos, todas las agresiones que en ese ayer cometieron contra nosotros y que un día nos prometimos nunca volver a vivir.


Cuando te has encontrado gritando, golpeando, amenazando, como tantas veces lo hicieron contigo, en esos momentos es tu niño, tu niña interior quien grita, vocifera y repite todo lo que aprendió, todo lo que le hacían en esos momentos de dolor, y tras haber fotocopiado el pasado, de repente, regresas a la realidad experimentándote asustado/a, sorprendido/a, culpable, muy culpable. Entonces, el espectáculo que tienes ante tus ojos te asusta y te atormenta: lágrimas que bañan el rostro de ese ser tan amado, tal vez sangrando si fue golpeado; y todo esto, te llena de vergüenza, de dolor. En su mirada, adivinas la misma ira, la frustración y la confusión que aparecían en tus ojos cuando sufriste el impacto del golpe, el insulto y la ofensa que como un huracán, emergió en aquél entonces de la inconsciencia, en donde otro niño herido, lastimado, atrapado en un cuerpo de adulto que llevaba el título de padre, madre, maestro, hermano mayor o tutor, pues ¿sabes? somos víctimas, hijos de víctimas” es decir que a su vez, estos alguna vez, sufrieron lo mismo que tu pero nunca lo sanaron. Y tú, hoy, aquí y ahora, por el poder de Dios y tu libertad puesta en ello, escuchas este tema, para abrirte incondicionalmente al amor infinito y misericordioso del Señor, para que Él que si puede, sane tu inconsciente que aún sangra, que desea ser dulce pero que las heridas asfixian la necesidad de amar en lugar de odiar.


Por eso, necesitas seguir escuchando que con el paso del tiempo, el desarrollo físico de ese bebé continúa y llegamos a la edad adulta y con ella, mil y una responsabilidades que tenemos que enfrentar día con día, ignorando que cada uno de los seres humanos, llevamos en el interior un niño o una niña pequeñita, y frágil que, al no tener la nutrición emocional adecuada, fue acumulando fracturas en el alma y aprendió a callar sus miedos, sus preguntas, cansado, cansada de no obtener respuestas. Aprendió a sentirse culpable de todo lo que pasaba a su alrededor: los pleitos entre los padres, la separación, el divorcio, la enfermedad e incluso hasta la muerte de alguno de ellos.
Tal vez sintió el impacto de ofensas, insultos, golpes, comparaciones y el abuso en todas sus expresiones, como cuidar a los hermanitos pequeños, trabajar desde muy chico para ayudar a la manutención del hogar, dejar la escuela para apoyar a la familia, ser la mamá de mamá o de papá, el hombrecito de la casa, el receptor de las emociones de los adultos, el objeto sexual e incluso, la víctima de una violación, en muchas ocasiones por parte de amigos, y familiares cercanos y lamentablemente, hasta por padres, padrastros y tutores de quienes -el corazón de un niño, de una niña- sólo esperaba amor, respeto y confianza.


Cuando un niño es víctima de este tipo de agresión, se deforma, se distorsiona el concepto de sí mismo, se cae en una profunda auto devaluación es decir, se odia a sí mismo a si misma sin valorar nunca el hecho de existir, por eso hoy e nuestros días, no sólo jóvenes y adultos se suicidan sino hasta niños. Además, se instala en el interior un sentimiento permanente de culpa y de creerse malo, mala y diferente. Esta experiencia como muchas otras sufridas en la infancia, genera un dolor tan intenso que el desarrollo emocional se bloquea, dejando atrás a un niño asustado y triste, tal vez avergonzado y culpable, que se pierde entre las tinieblas y la oscuridad de la inconsciencia que llora sin que nadie lo escuche ni lo consuele.


Esta agresión brutal, como muchas otras que brotan de la inconsciencia contra un pequeño, una pequeña, le roban la inocencia y con ella, la niñez entera y no solo esto sino todo lo que le queda de vida. Sí, le roban la vida misma. En algunos casos, el instinto sexual se desquicia y no es poco frecuente que el niño o la niña abusados, violados, se convierta en violadores o inductores de conductas sexuales pervertidas, desde muy temprana edad, o bien, reprimirá todo su instinto sexual, evitando tener contacto sexual con alguien y si llegara a tenerlo, se experimentará impotente o frígida o lo contrario, entregará su cuerpo de forma que caerá en la prostitución y hasta en el lesbianismo u homosexualismo, pues esa agresión experimentada en la infancia, dejó destrozada el alma, y se aprendió a obtener una caricia, una migajita de amor o aunque sea un solo instante de aceptación por la entrega sexual inconsciente, para luego experimentar como en aquél entonces, mayor culpa y odio por si mismo, por si misma que se pretende diluir con alguna adicción química como el alcohol, la droga o el tabaco o con alguna dependencia enfermiza y apegos hacia las personas.


Y por si esto fuera poco, ese niño o niña fracturados con el látigo del desamor, tratará una y mil veces de formar una relación estable, de encontrar a alguien que le ame y le acepte tal cual es, incluso comprando afecto, aceptando situaciones que le desagradan y avergüenzan y sin embargo, difícilmente podrá entablar una relación permanente, pues desde tiempo atrás, aprendió a desconfiar de los demás, de la vida, de sí mismo y hasta de Dios.
Una manifestación diferente de esta misma agresión sexual sufrida en la infancia puede hacer que en el intento de borrar esa fractura que desgarró el alma en ese ayer lejano, probablemente en la vida adulta, se instale en la represión, evitando todo tipo de relación que implique un contacto sexual, como puede ser el caso de amores platónicos que se hacen pasar como ideales, alegando fidelidad a “un viejo amor” con el que en realidad jamás se llegó a intimar o bien, entregándose a una causa cuyo logro requiere un compromiso total por lo que no existe tiempo para establecer una relación profunda e íntima.


Es posible que en el afán de borrar esa huella dolorosa del pasado, el adulto contaminado por un niño herido en su sensibilidad más profunda, elija el camino sacerdotal o de monasterio sin tener en realidad vocación religiosa, sino más bien, pavor de repetir ese pasado doloroso que se esconde bajo un hábito o una túnica –como hoy sabemos en nuestros días- y se convierten en brotes inexplicables de sexualidad pervertida o distorsionada, agregando culpa y dolor a ese sufrimiento antiguo. Podríamos preguntarnos….¿Cabe juzgar a los demás, sea quien sea?, ¿No sería mejor comprender?, ¿No sería mejor contemplar en los demás y en sí mismos, a ese bebé o pequeño, pequeña heridos?.....
Muchas son las causas que de manera inconsciente pueden afectar a nuestro niño interior y al adulto que eres hoy.



MOMENTO PRECIOSO DE INTIMIDAD CON DIOS
Por el momento hoy, aquí y ahora, tomando una actitud recogida, orante, cerrando tus ojos y respirando suave, profundo y lento, abriéndote en la fe adulta al Señor dile en el silencio de tu ser a ese Dios que nunca ha querido el mal para ti: Señor:, te hablo desde mi corazón partido que ha permanecido tanto tiempo entre oscuridad y lamentos, extraviado, sin rumbo, sin luz, manejado por el dolor inconsciente de las heridas de la infancia…pero tu Luz, tu Gracia, tu Amor me hacen que te busque y buscándote estoy, porque eres mi Dios, porque eres mi Creador, porque TE NECESITO, porque sin ti la vida no tiene sentido. ¡Oh Vida mía!, tu lo sabes todo y no hay nada imposible para ti. ¡Oh Vida mía!....deseo volver a vivir, comenzar de nuevo con una existencia alentada por la fuerza de tu amor, amor que depositaste en mi desde el momento en que comencé a existir.

¡Oh Vida mía!, permíteme recuperar la inocencia perdida, la fe, la espontaneidad que tu depositaste en mi desde el principio del tiempo. Regálame la gracia de recuperar la fuerza, la alegría que me llevó a conquistar el milagro de la existencia, cuando apenas era una célula pequeñísima y de manera inconsciente creí en la vida, creía en Ti y en mi.
¡Oh Vida mía!, Estoy ante Ti, cansado, cansada de repetir patrones de conducta que un día me lastimaron tanto y que nunca quise volver a re-vivir, pero que sin embargo todavía hoy brotan en esas actitudes frías, indiferentes, actitudes groseras, actitudes que dejan desaliento y que muchas veces son expresión de no querer seguir luchando en esta vida…..


¡Oh Vida mía!. ¡Te amo! Y a pesar de que mi subconsciente aún sangra, reconozco que me amas con todo el Amor que es posible en tu Divinidad es decir: me amas plenamente, me amas totalmente, me amas incondicionalmente, me amas porque sí, sin un para qué, simplemente porque eres el Amor. ¡Oh Vida mía!.
Gracias mi Señor, porque por la fe, me rescatas una y otra vez del desamor, de los rechazos, y haces de mi la obra que contemplaste desde la eternidad: Soy un ser humano amado por ti, soy un ser hermoso porque estoy hecho a tu imagen, soy un reflejo de tu amor. Gracias porque me permites mirar mi ayer sin miedo, sin culpas, sin prejuicios, y me das tu mano para estar frente a frente ante los sucesos más dolorosos y como magia, como milagro, de tu mano tomado, tomada, es posible traspasar el tiempo y el espacio para reencontrarme con esa parte de mi que quedó olvidada, fragmentada en un ayer sin tiempo.


En este inmenso amor me sumerjo hoy, aquí y ahora, para ahondar en el misterio de mi vida, y plenamente confiado, confiada en ti, te entrego mi subconsciente herido pues eres mi Dios, mi Médico Divino, Oh Vida mía, quien mejor conoce todo lo referente a mi. Aquí estoy. ¡Oh Vida mía, sáname!, devuélveme la vida…..¡Vida mía!, sáname…..
http://www.ayudaenladepresion.org/index.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario