Me emociona cuando leo el texto que he puesto arriba. Jesucristo puede compadecerse de nosotros; puede compadecerse de mí. No está tan en el cielo que no entiende lo que yo paso aquí, El lo puede entender, perfectamente porque estuvo aquí, en mis condiciones.
Es imposible no querer tener como amigo, como Señor, como Dios a Jesucristo. Porque El está cercano, muy cercano a nosotros y nuestras circunstancias, y puede entenderlas, puede compadecerse de nosotros, puede compartir, sentir, dolerse con nosotros.
Me doy cuenta de mi suerte. Jesucristo, el Alfa y la Omega de todo, es capaz de entenderme donde nadie mas puede, es capaz de unirse a mí en mis desgracias, la primera desgracia: el pecado, después todas las demas: sus consecuencias, las consecuencias del pecado.
Debería tranquilizarme solo el pensar eso, que El no está para erguir su cabeza orgullosa y decir "insolente criatura terrenal pecadora, aléjate de mí" no, El me dice, "te entiendo, te comprendo, sé lo que pasas, se tus tentaciones, tus tropiezos, tus desgracias, tus dolores, tus angustias, tu todo, lo sé y me compadezco, comparto, siento, me duelo contigo"
Debería ser suficiente para vivir en confianza, descubriendo enseguida que cuando soy acusado y menospreciado, no es El, no viene de El, porque El ha tejido un camino de amor, de arrepentimiento de salvación, de ayuda, de comprensión, dándose, entregándose, muriendo por mí, ofreciendo su sangre, sus llagas, sus heridas, por mí.
No debo consentir que mi torturada conciencia, sea engañada por el escarnecedor, por el que "acusa dia y noche "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche (Apocalipsis 12:10)" ni un milisegundo mas sea acusada por el diablo, satanás, la serpiente antigua. No tiene ningún derecho...¡que vaya y pregunte a mi Cristo, El se compadece!
Compasión, campadecerse, sentir lo mismo que, dolerse igual que, compartir con, unirse al....dolor ajeno...¡no es fácil! Me cuesta, me esfuerzo, pero me cuesta. Yo que he recibido, que estoy continuamente recibiendo la gracia del caompadecimiento de Dios en Jesucristo, no puede compadecerme igual de mi prójimo...pero sé que debo hacerlo, que debo esforzarme por hacerlo, que de implorar, suplicar al Espíritu Santo que mora en mí, que me ayude a poder compadecerme de mis hermanos de mi prójimo, como Jesucristo puede compadecer continuamente de mí.
Compadecerse sí, pero no de uno mismo mas allá de lo tolerable, de lo permitido, de lo justo según la justicia de Dios, no la mía, la justicia de Dios. La auto-compasión es muy, pero que muy peligrosa, pues presta demasiada atención de uno mismo, cuando debería hacerlo del prójimo.
El ejemplo de Cristo es tremendo para este trabajo de liberarse de la auto-compasión. Este adalid, ejemplo supremo, a quien imitar. Veamos su compostura al tomar la decisión de venir a este mundo: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Juan 10:17 Luego respecto a su estadía aquí: "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-7" y a la hora de la verdad, miremos como se dispuso, no autocompadeciéndose sino: "Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos...por eso puse mi rostro como un pedernal...Isaias 50:6-7" Así es, no permitió que nada le llevara a la auto-compasión, pues el venía para aprender a compadecerse de nosotros. ¡Bendito sea para siempre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario