Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer Juan 15:5
Hemos oído de la guerra de la Independencia, deberíamos decir "guerras"; son muchas las guerras de la independencia que ha habido en la Historia de la Humanidad, la independencia Americana, la española, la cubana, la Mexicana, etc. En todas ellas se luchaba porque se entendía que un grupo había logrado la suficiente madurez como para vivir sin depender de otro,el cual no pensaba así y quería seguir detentando su poder.
Hay búsquedas de independencia que son buenas e incluso necesarias. Cuando Dios instituyó el matrimonio lo hizo con estas palabras "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Génesis 2:24" Perfectamente se entiende que el hombre se desliga de su padre y su madre, que crea un independencia de su padre y su madre, para unirse a su esposa. Sabemos las lamentables consecuencias de no romper esta dependencia.
Los humanos, cuando nacemos somos seré muy dependientes, pero conforme vamos madurando vamos adquiriendo una independencia de la dependencia de nuestros progenitores, ante la alegría de estos. Quien no se acuerda de la alegría que sintió cuando su hijo ó hija dieron sus primeros pasos, ó cuando tomaron por sí la cuchara y comenzaron a comer solos, todos estos son signos de independencia, de una independencia sana a causa de la madurez.
Incluso cuando somos mayores, podemos ser dependientes en momentos hasta alcanzar la madurez, por ejemplo cuando estamos aprendiendo algo nuevo. Alguien estará con nosotros y tendremos una cierta dependencia de él mientras adquirimos la destreza necesaria para ejecutar lo que sea por nosotros mismos, con independencia.
Ahora, cuidado, cuando se trata de vivir la vida con Jesucristo, podemos incurrir en este habito humano de desligarnos de la dependencia, porque la madurez nos da seguridad. Por eso si atendemos lo que Jesucristo dice en el texto de arriba y su contexto, nos daremos cuenta enseguida que nuestra dependencia de El es para siempre.
Es cierto que habrá ciertas cosas que haremos con mas ó menos habilidad con la práctica, pero en el caso de Dios, siempre tendremos que depender de El y corremos un gran riesgo cuando, confiados en las veces que hemos hecho esto ó aquello para Dios, nos dejamos llevar por nuestra propia seguridad, olvidándonos de Jesucristo. Lo que sea se hará pero no es igual cuando se hace dependiendo de El que cuando lo hacemos independientemente. En apariencia puede parecer igual, pero en el ámbito espiritual no es efectivo cuando dejamos de depender de Dios.
En el texto de arriba, Jesucristo no dice que nada podemos hacer mientras no seamos maduros y que luego ya podremos hacerlo sin su ayuda. Es un texto que habla de unión, una unión estrecha de nuestra vida con Jesucristo, habiéndonos comprometido para ser dependientes de El para siempre.
¿Has visto hombre sabio en su propia opinión?
Más esperanza hay del necio que de él.
Una y otra vez debemos recordarnos que nuestra vida cristiana depende completamente de Dios, que ya no vivimos - no demos vivir - nosotros, es Cristo el que tienen que vivir en nosotros y a través de nosotros, por tanto una saludable dependencia de Dios, evitará consecuencias desagradables en el ámbito espiritual de nuestra vida y de nuestro servicio para Dios.
El ejemplo supremo en esto fue el mismo Jesucristo en sus días en este mundo, oigamos su Palabra...
"No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Juan 5:30
Bello ¿no?. Lo es. "No puedo yo nada por mi mismo" es un testimonio y una dirección clara de como debe vivir cualquiera que quiera vivir para Dios. No podemos dejar de recordarnos este principio constantemente, no importando lo bien que - humanamente hablamos - hagamos hacia los ojos de los hombre, el servicio de Dios. Necesitaremos siempre depender de Dios en lo que hagamos, dejando que la savia de la vid, penetre en nosotros y nos dé esa clase de vida que solo El puede dar.
"Padre Celestial, me acerco a Ti para ofrecerte mi propia confianza, no me dejes hacer mi voluntad, no me dejes caer en mi propia confianza, tómame siempre y sé Tu quien dirija toda mi vida y todo lo que haga, para Tu gloria siempre. En el Nombre de Jesucristo. Amén."
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