CONTINUACIÓN DE II
I - Padre nuestro..
EL CONTEXTO DE LA ENSEÑANZA
Como decía, hay dos versiones del “Padre nuestro” en el
Nuevo Testamento. Jesucristo enseña a
orar en dos diferentes ocasiones. Una de ellas dentro del contexto del “Sermón
de la Montaña” y el otro, como respuesta a la solicitud de un discípulo,
después de que Jesucristo estuviera orando y seguramente, por el deseo de orar
como Él lo hacía.
Es siempre importante observar el contexto de la Palabra de
Dios, en esa regla, primera y fundamental de que la Palabra de Dios debe
interpretarse a sí misma. El contexto siempre ayuda, aunque también otros
textos bíblicos en los diferentes libros.
En el caso del texto incluido dentro del hermoso “Sermón del
Monte” para mí, entiendo, modelo de vida del Reino de los cielos y por tanto digno
de imitar, el contexto en el que es bueno fijarse es en lo referente a la
oración, causa por la cual seguramente el señor Jesucristo incluye la “oración
modelo” como forma adecuada de orar.
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,(D) por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.(E)
"Mateo 6:5-15 RV 1960"
NO PARA LOS HOMBRES
Antes de enseñarle cómo debían orar a sus discípulos,
Jesucristo hace una diferencia y señala una forma inadecuada de orar que
utilizaban los religiosos de entonces: En las Sinagogas y en las esquinas de
las calles. Jesucristo, que conoce el corazón de todos, dice que éstos que oran
así lo hacen para “ser vistos por los hombres” y les llama ante semejante forma
de orar “hipócritas” Esta forma de orar está condicionada por el orgullo del
yo, esta forma de orar busca la fama de personas “muy espirituales”. Esta
actitud no solo la practican en la oración, también en otras disciplinas
espirituales, denunciadas en el mismo Sermón del Monte. Les dice que no oren de
esta forma. Los que oran así obtienen una recompensa inútil, solo la posible
admiración de los hombres. Pero por supuesto no hay respuesta a este tipo de
oraciones. La oración que agrada a Dios es la que se le hace al Padre, que es
el que da una verdadera recompensa pública.
VANAS REPETICIONES
En segundo lugar, cambia las personas, antes eran los
religiosos, ahora son los gentiles, aquellos que oran “rosarios” de
repeticiones, que el Señor llama vanas. No es necesario el exceso de
palabrería, el Padre sabe lo que necesitamos, y no estamos tratando de
obligarlo o convencerlo, más bien nuestra oración debe buscar ponerse de
acuerdo con lo que Dios dice y quiere, Su voluntad. De nuevo esta forma de orar
no es oída en el cielo. Indudablemente que resulta chocante y aparece como una
contradicción, el que sepa Dios lo que necesitamos, y que nos diga que oremos.
Esto nos puede dar una pista de que Dios quiere nuestra comunión con Él.
ORARÉIS ASÍ…
Después de estas advertencias de la forma inadecuada de
orar, viene la enseñanza de la oración correcta “Vosotros, pues, oraréis así”
“pues” A causa de esa ignorancia de algunos a la hora de orar, vosotros debéis
hacerlo así. Y desde ahí la oración modelo para nuestras oraciones, una
revelación de la voluntad de Dios para nuestras oraciones. No debemos fiarnos
de nosotros mismos. El orgullo, la vanagloria, están al acecho, también a la
hora de orar, especialmente cuando oramos en comunidad. Por eso la costumbre de
orar en privado, nos librará de luego tener que hacer el esfuerzo de aparentar
que oramos mucho.
En el Evangelio de S. Lucas vemos el texto y contexto
también.
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite.Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? "Lucas 11:1-14 RV 1960"
DISCÍPULO
Ya hemos dicho que en esta ocasión la enseñanza surge por el
deseo de aprender a orar como lo hacía “el Maestro” Era habitual que el maestro
enseñará a sus discípulos todas las disciplinas que Él pudiera saber. Por eso
dice: “como también Juan enseñó a sus
discípulos” El discípulo quiere saber lo que sabe su Maestro, hacer lo que
hace su Maestro. Por supuesto no podemos dejar de recalcar que Jesucristo es el
Maestro por excelencia, el Maestro de maestros, no solo en la sabiduría de
enseñar, sobre todo en el ejemplo de hacer. Esta actitud debe ser la que tengamos hoy
también sus discípulos, pues queremos ser como nuestro Maestro, Señor, Salvador
y Rey de nuestras vidas.
IMPORTUNIDAD
Un vez que Jesucristo les enseña a cómo orar mediante esta
joya de modelo, añade una palabra de ánimo en la perseverancia en la petición.
Dios conoce nuestras debilidades, entre
ellas el desánimo. Ciertamente el ejemplo sobre el amigo, la medianoche y los
panes, es muy arriesgado. Un caso así, debido especialmente a la hora intempestiva,
quizás nadie estuviera en condiciones de atreverse a molestar. Y también es
curioso el contraste que Jesucristo hace entre amistad e importunidad. Es por
esta última, la importunidad (αναιδειαν “falta de vergüenza) que nos dice el
amigo se levantará y le dará lo que le pide.
Jesucristo está enseñando que no vamos a molestar a Dios si le pedimos
lo que necesitamos, incluso inoportunamente.
PEDID, BUSCAR, LLAMAR
Como continuación al ejemplo del necesitado que va al amigo,
a medianoche a importunar, Jesucristo arranca con un in crescendo respecto a la
verdadera oración de acuerdo a la verdadera necesidad. Notemos que el ejemplo
del amigo no representa una necesidad grave. Lo que nos muestra que la oración
no es solo para esos momentos de profunda necesidad, mas bien es la dependencia
continua en la provisión de nuestro Padre, de lo que necesitamos aquí en la
tierra, no hablo de lo material especialmente, más bien en el terreno de lo espiritual,
lógicamente con una vivencia también en lo natural. Ambos se unen en nuestro
ser tripartito: cuerpo, alma espíritu.
La tolerancia en la vida natural, de la vida espiritual es
nula sin los recursos de Dios. Y hay un gran peligro en optar o caer en la
realización de lo que proviene de Espíritu, tratar de realizarlo en la carne.
La realización en lo natural, debe ser fruto, dirección y guía de lo
espiritual, para que sea consistente con Dios.
Llamamos esta forma de tratar
los asuntos de Dios de forma exclusivamente natural, religión, donde el hombre
hace a su imagen y semejanza a Dios, sus mandamientos, observancias y ritos.
Dios no aprueba las “buenas obras” hechas en nuestro nombre. Dios ha preparado
las buenas obras para que andemos en ellas. De ahí que haya tantos dioses y
tantas religiones que no lo son.
Debe ser parte de nuestros deseos, trabajo y esfuerzo todo
lo que es de Dios. Desde las “tildes” de Dios hasta lo más grande y alto. Lo
mas insignificante dentro de los designios de Dios es importante para Él. Tener
en cuenta a Dios en todo, en nuestra vida es parte de la vida cristiana. No hay
una parte para mí y otra para Él. Todo lo que somos y tenemos, es de Él.
Nosotros solo, en este sentido, mayordomos, por no decir esclavos. Esto debe
entenderse bien, pues no me refiero a esa esclavitud que el hombre crea. Me
refiero al contraste.
Tenemos ser como esclavos a la hora de nuestras
decisiones en todo en nuestra vida. Por supuesto que conforme vamos conociendo
a Dios, no será necesario preguntarle, mas bien será obedecerlo.
Basándonos en esta necesidad de hacer la voluntad de nuestro
Padre, de la misma forma que lo hizo el Señor Jesucristo, no es de extrañar que
enfaticemos en llevar todo a Dios, como importante, sin menospreciar nada, por insignificante
que nos parezca. De ahí el ejemplo de algo no transcendental en la petición al
amigo de los panes, asunto no tan importante, y a pesar de ello ser inoportuno
para conseguirlo. Pues otra vez el contraste no enseña que si un amigo se
levanta por nuestra importunidad, cuando más Dios, nuestro Padre no nos dará,
como vemos después, lo que sea necesario.
Debemos pedir, debemos buscar, debemos llamar. Para mi
entender esto representa que lo que se pide es necesario porque es lo que
quiere nuestro Padre y nos dice que le pidamos, buscando y llamando, lo que
representa una oración comprometida a recibir, igual que a pedir.
Ciertamente
en muchas ocasiones pedimos, pero lo hacemos con muy poco o nada de interés en
ello. Recordemos como nos dice cómo es que Jesucristo oraba:
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con
gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de
su temor reverente. "Hebreos 5:7 RV 1960"
Esa debe ser nuestra meta. Posiblemente nos podamos
equivocar en ocasiones, pero nuestra meta debe ser pedir siempre con verdadero
compromiso con la propia petición. La oración no es aparte del discípulo, forma
parte, por decirlo de alguna manera, “de sus entrañas” de lo más profundo de su
ser espiritual.
Debemos evitar la desgana en la petición, debemos evitar decir
que vamos a orar cuando luego no lo haremos. La honestidad y transparencia
delante de Dios y de los hombres es parte de la vida del discípulo.
Entiendo que el énfasis de pedir + buscar + llamar = me interesa igual que a Ti Padre.
En el énfasis de pedir de esta manera, Jesucristo nos revela
al Padre, mediante esa común comparación con nosotros padres de este mundo, que
cuando los hijos piden cosas necesarias, no le damos contrarios, eso siendo “malos”
cuanto más nuestro Padre dará "cosas buenas” “El Espíritu Santo”. He
dejado para esta parte la comparación de la versión que se encuentra en el
Evangelio de S. Mateo 7:7-11 y cuya diferencia está en la petición, cosas
buenas en Mateo y Espíritu Santo, en Lucas. No hay contradicción. El Espíritu Santo nos
dirige a pedir cosas buenas.
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