miércoles, 4 de marzo de 2020

POR QUÉ DIOS MÍO…XV - Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia


…porque de ellos es el reino de los cielos. "Mateo 5:10 RV1960"


¡Un momento! Pero no son bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia….¿por qué ahora son bienaventurados si padecen persecución a causa de la justicia…?

Parece contradictorio. No lo es. Es la enorme peculiaridad que encontramos, no solo en las bienaventuranzas, también en todo lo referente al Reino de Dios, cuando se trata de comprender a la manera del entendimiento del mundo. Produce confusión. Pero no debemos tenerla, debemos comprender lo que Dios nos quiere decir.

Cuando comentábamos respecto al hambre y sed de justicia, en la primera de las bienaventuranzas, ya destacamos que se trataba de la justicia del Reino de los cielos. La justicia de Dios, no la del mundo exclusivamente, aunque también el corazón del discípulo sufre cuando ve las injusticias en la humanidad. Pero la mayor injusticia, recordemos es no aceptar lo que Dios dice de la verdadera justicia.

La verdadera justicia, la de Dios, condena el hombre por ser pecador y cometer pecados, pero también Él mismo se hace hombre y paga el precio de la condena. Por eso Él el Justo y el que justifica…
“…con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. "Romanos 3:26 RV1960"
Partiendo de esa toma de contacto con la verdadera justicia de Dios, que nos afecta a todos, y que depende de cada uno si nos incluimos en ella – al que es de la fe en Jesús – o no, entendemos que hay una gran diferencia entre la justicia de Dios y las de los hombres, en esto entrevemos lo que Dios…AMOR.

La bienaventuranza que comentamos, cuando habla de “persecución a causa de la justicia” se refiere al que, precisamente es de la fe en Jesús, que es la justicia de Dios, y que a causa de haber aceptado esta justicia, nos persigue la justicia del hombre, que no acepta la justicia de Dios.
Hoy en día, en el siglo XXI, como en todos siglos del pasado, el cristiano ha sido y será perseguido, el mismo Saulo, creyendo que estaba haciendo la justicia de Dios, perseguía la “secta” del Camino, como se les llamaba en un principio a los judíos que creyeron en Jesucristo, hasta que Dios tuvo que manifestarse a él y mostrarle que estaba equivocado y convencido por ello, se convirtió en el Apóstol Pablo.

Me permito poner todo el texto bíblico de la forma que fue tratado por Dios, cuando usando la justicia que él creía correcta, El Señor Jesucristo le mostró Su Justicia, dado que es un caso que de perseguidor, paso a ser perseguido…
Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. "Hechos 9:1-18 RV1960"
La justicia de Dios es Su Ley. La ley es la que nos lleva a entender que somos “injustos” es decir sin verdadera justicia. Y la Ley es la que nos “lleva” a la manifestación de la Justicia de Dios, la cual no “abroga – anula” la Ley, más bien la cumple y es Jesucristo el que la cumple para todos nosotros.
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. "Romanos 3:21-26 RV1960"
Así que Él es nuestra justicia, mediante nuestra fe en Él. Y es por causa de esa justicia de creer en Jesucristo, que la justicia de los hombres persigue a la justicia de Dios, a los hechos justos mediante la fe de Jesucristo.

Curiosamente, la prueba de la persecución (como otras muchas pruebas que sufre el cristiano) hace también un efecto profiláctico, aparta al que no sigue a Jesucristo por la fe, como ocurría cuando Jesucristo estuvo en esta tierra, que muchos le seguían por los “beneficios” que les daba, y no por fe. Ahora y siempre ocurre esto también.
“…pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. "Mateo 13:21 RV1960"
No puedo omitir, el decir que la persecución fue usada por Dios para hacer que los discípulos primeros de Jerusalén, hicieran lo que Jesucristo les dijo que hicieran…”id y predicar el evangelio a todas etnias…” pero ellos se quedaron ahí bien juntitos, así que…
Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. "Hechos 8:1 RV1960"
De esta manera el Evangelio, comenzó a propagarse.

Como ya había comentado, Saulo, persiguió a los discípulos y luego él mismo fue perseguido muy duramente, así como los que iban con él y todos los creyentes. Esta persecución inicial partía de los religiosos judíos, que no lo eran de corazón…
Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites. "Hechos 13:50 RV1960"Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. "1 Corintios 4:12 RV1960"
Precisamente, esta actitud del versículo anterior, es por la que es bienaventurado el discípulo, no por la persecución en sí, más bien por nuestra reacción hacia los que nos persiguen…”nos maldicen = bendecimos” ;padecemos persecución=la soportamos” Esta actitud, esta respuesta es la que Dios pide hagamos, ante la persecución y es la que nos convierte en bienaventurados.

Como decía la persecución al hijo de Dios, se dio, se da y se dará hasta que Jesucristo regrese. De otra manera, todos vamos a padecer este tipo de persecución, entendiendo persecución por un tipo de presión con efectos diversos, “la persecución” puede darse verbalmente, emocionalmente, políticamente con leyes que penan, por ejemplo predicar el evangelio u otras que convierten en delincuentes a los cristianos, relacionados con las conductas sexuales, el aborto, la eutanasia, etcétera incluso prohibiendo el uso de la Biblia, la oración o cualquier manifestación relacionada con la Palabra de Dios. Sus efectos pueden ser la opresión, el acoso, las multas, el encarcelamiento e incluso la tortura y la muerte.

Y esto es para todo cristiano de una manera u otra…
Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; "2 Timoteo 3:12 RV1960"
Y somos llamados a “soportarla” y bendecir a los que actúan así contra
nosotros. Esto resulta muy difícil para la carne. De ahí que el cristianismo ha sido avergonzado cuando se han constituido ejércitos de fuerza o formas de fuerza para obligar a creer o morir.

La iglesia, y pongo la palabra en minúscula, ha sido también perseguidora. La Iglesia, con mayúscula, es perseguida.

Pero es la iglesia de la cuál es el Reino de los cielos, porque esa es la justicia del Reino con la que ahora somos llamados a actuar. La justicia de Dios hoy en día es LA GRACIA Y LA VERDAD.

Y nosotros pertenecemos a este tipo de justicia, porque somos hijos de Dios, herederos del Reino, y por  ello también servidores de la voluntad de Dios.  No hay contradicción de ser hijos y ser siervos, Jesucristo es el Unigénito Hijo de Dios, el primogénito de los hijos y él se hizo siervo.

Todavía “somos de barro” y sufrimos, también persecución, pero no estamos desamparados…
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. "2 Corintios 4:7-11 RV1960"
No olvidemos orar por aquellos hermanos, que viven en países donde la persecución llega a ser muy violenta, pero también oremos los unos por los otros, para que todos seamos fortalecidos en la medida que necesitamos, para ser dignos del Reino de los Cielos y de Su Rey de reyes: Jesucristo. ¡Aleluya!

CONTINUARÁ...

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