Se me ocurrió hacerle una pregunta a mi nieto mayor. Estábamos mirando por la ventana, esta tarde, y le dije: «¿Has visto cuanto humo hay en la calle hoy?» Yo creo que mi nieto es muy «espabilao» -claro soy su abuelo. je- y al hacerle esta pregunta, yo sabía perfectamente que lo que, en mi pregunta a mi nieto, lo hacía aparecer como humo, era y es en este momento niebla. Ese fenómeno atmosférico que sufrimos de vez en cuando en este variopinto valle del Ebro, río, por cierto, mas caudaloso de España (no de la península, pues el Duero le gana).
Así que miré su rostro esperando su contestación y, durante breves segundos miró detenidamente ese «humo» y...cambio a otra cosa, y yo también. De momento me quedé si saber que piensa de ese «humo» por el que pregunta su abuelo, con truco.
Poco después volví a mirar por la ventana y me quedé, de nuevo observando la niebla. Aunque estaba bien cubierto por la doble ventana de mi estudio, no pude evitar recordar las sensaciones que en mi producen la niebla...me gusta, tiene su belleza, me gusta pasear -bien abrigado- notando en el rostro esa humedad característica de la neblina, me gusta respirar hondo, me gusta «sumergirme» en la niebla, como me gusta sumergirme en el mar.
Casi 5º centígrados marca mi termómetro fuera, en la pared del edificio está el sensor. Abro la ventana, quiero disfrutar, de esos recuerdos que he traído en segundos a mi mente, un vecino está al otro lado de la calle en un piso alto, en su balcón, fumando - se habrá puesto a si mismo una ley anti-tabaco de no fumar dentro de la casa...ó se lo habrán impuesto... - un coche pasa con los faros antinieblas encendidos, las personas que veo van rápidas, dos de ellas están paradas hablando, solo percibo sus siluetas con contrastes, el asfalto está mojado, lo coches aparcados tienen como «un sudor» en sus carrocerías, el cielo está igualado, con un leve resplandor al frenar la propia luna las luces, respiro...tengo frío, no estoy preparado para estar bajo casi 5º con la ropa de casa que llevo, cierro la ventana.
Mientras cierro la ventana y bajo la cortina, mejor dicho «el estor» palabra adquirida del francés «store, cortina» y parece que ya admitida por la RAE, me viene a la mente no se en qué momento escuché el tiempo que decía que hoy haría niebla, que mañana, domingo también, pero que mañana saldría el sol a lo largo de la mañana y se desvanecería la niebla. Hay días que solo aparece al amanecer y enseguida desaparece, otras veces se mantiene mas tiempo, pero siempre acaba desapareciendo...
Me vino el recuerdo de la semejanza que nos presenta la Biblia respecto a la duración de la vida...
Santiago 4:13 Ahora oíd esto, vosotros, los que decís: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y pasaremos allí un año haciendo negocios y ganando dinero”,
Stg 4:14 ¡y ni siquiera sabéis lo que será mañana de vuestra vida! Sois como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece.
Stg 4:15 Lo que debéis decir es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”
Otras traducciones bíblicas en lugar de niebla, ponen «humo» otras «vapor» no pierde su tremendo sentido, seamos humildes con el futuro, está en manos de Dios.
Así que miré su rostro esperando su contestación y, durante breves segundos miró detenidamente ese «humo» y...cambio a otra cosa, y yo también. De momento me quedé si saber que piensa de ese «humo» por el que pregunta su abuelo, con truco.
Poco después volví a mirar por la ventana y me quedé, de nuevo observando la niebla. Aunque estaba bien cubierto por la doble ventana de mi estudio, no pude evitar recordar las sensaciones que en mi producen la niebla...me gusta, tiene su belleza, me gusta pasear -bien abrigado- notando en el rostro esa humedad característica de la neblina, me gusta respirar hondo, me gusta «sumergirme» en la niebla, como me gusta sumergirme en el mar.
Casi 5º centígrados marca mi termómetro fuera, en la pared del edificio está el sensor. Abro la ventana, quiero disfrutar, de esos recuerdos que he traído en segundos a mi mente, un vecino está al otro lado de la calle en un piso alto, en su balcón, fumando - se habrá puesto a si mismo una ley anti-tabaco de no fumar dentro de la casa...ó se lo habrán impuesto... - un coche pasa con los faros antinieblas encendidos, las personas que veo van rápidas, dos de ellas están paradas hablando, solo percibo sus siluetas con contrastes, el asfalto está mojado, lo coches aparcados tienen como «un sudor» en sus carrocerías, el cielo está igualado, con un leve resplandor al frenar la propia luna las luces, respiro...tengo frío, no estoy preparado para estar bajo casi 5º con la ropa de casa que llevo, cierro la ventana.
Mientras cierro la ventana y bajo la cortina, mejor dicho «el estor» palabra adquirida del francés «store, cortina» y parece que ya admitida por la RAE, me viene a la mente no se en qué momento escuché el tiempo que decía que hoy haría niebla, que mañana, domingo también, pero que mañana saldría el sol a lo largo de la mañana y se desvanecería la niebla. Hay días que solo aparece al amanecer y enseguida desaparece, otras veces se mantiene mas tiempo, pero siempre acaba desapareciendo...
Me vino el recuerdo de la semejanza que nos presenta la Biblia respecto a la duración de la vida...
Santiago 4:13 Ahora oíd esto, vosotros, los que decís: “Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y pasaremos allí un año haciendo negocios y ganando dinero”,
Stg 4:14 ¡y ni siquiera sabéis lo que será mañana de vuestra vida! Sois como una neblina que aparece por un momento y en seguida desaparece.
Stg 4:15 Lo que debéis decir es: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”
Otras traducciones bíblicas en lugar de niebla, ponen «humo» otras «vapor» no pierde su tremendo sentido, seamos humildes con el futuro, está en manos de Dios.

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