"y su gracia no ha sido en vano para conmigo" 1 Corintios 15:10
La gracia de Dios es un regalo a la humanidad. Es un regalo supremo. Es un regalo con un precio: la sangre de Jesucristo. Es un regalo perfecto. Es un regalo necesario. Es un regalo de libertad. Es un regalo de ánimo, salud, nueva dimensión, gozo, felicidad...etc.
Es un regalo útil. Pero para poder hace útil la gracia, depende de nosotros. Depende de mí y de ti.
Llevándolo al terreno de la comparación diríamos que es eso necesario que no podemos tener y que alguien nos regala. A partir de ahí, como era algo necesario, se convierte en algo que es muy útil, que es indispensable para nuestra vida. Si, una vez tenemos ese regalo, lo mediocrizamos, lo despreciamos, lo aparcamos ó inutilizamos, deja de tener utilidad. En el caso comparativo, tratándose de "cosas" de este mundo podemos decir que eso necesario puede dejar de ser útil para diversas circunstancias ajenas a su necesidad primaria. Pero en el caso de la gracia de Dios, ésta nunca pierda su necesidad y su necesidad imperiosa e insustituible.
El apóstol Pablo nos dice en el versículo que vimos ayer y hoy, que es la gracia de Dios la que tiene el mérito (pero por la gracia de Dios soy lo que soy) y después de dejar claro que el mérito es de la gracia, es decir de Dios que nos regala la gracia, hoy nos dice que ha entendido la importancia de la gracia en su vida y en lo que respecta a él, no la ha hecho vana, no ha impedido que todas las riquezas de la gracia obren en su vida, al contrario, ha colaborado profundamente en ello, para que la gracia haga efectivos todos sus valores en la vida de Pablo.
Recibir el gran regalo de Dios, la gracia, y menospreciarla, mezclarla, cambiarla, rebajarla, frenarla, dejarla sin operatividad, sería terrible.
Es por ello que hoy voy a meditar sobre esto, es decir...¿esta totalmente operativa en mi vida la gracia de Dios, tal y como Dios me la dio...? ó por el contrario...la gracia fue recibida gratuitamente, pero yo la estoy haciendo vana, al no dejar que actúe en mi, en mi diario vivir.
Como en toda meditación en las cosas de Dios, debemos dejar que sea Dios quien conteste a nuestros "test" de prueba " que nos hacemos a nosotros mismos. : "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? "
2 Co 13:5
Una vez que El no dé la respuesta, debemos aceptarla y tomar las decisiones oportunas, siempre buscando mejorar la situación, para poder hacer en nuestra vida totalmente operativa la gracia de Dios, procurando estar en esa humildad de que sus frutos son gracias a la gracia, no a mi saber hacer, pero que si yo mismo no me entrego de pleno a la gracia de Dios, esta será vana y no podrá producir los efectos para los que Dios nos la ha entregado. "Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; Col 1:10"
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