Unido a esa pasión, había también una extraña convicción de que era imposible resistirse a tal contenido divino y espiritual, y que era, por tanto, necesario que ante el oído de tal proclamación, las personas no pudieran hacer otra cosa sino postrarse a los pies del bendito Jesucristo y proclamarle Dios y Rey en sus vidas diarias. Así pensaba, no se ahora, ahora "no soy digno de ni siquiera pensar en la posibilidad de doblarme a poder tocar una de sus sandalias - las de Jesucristo - e intentar atarlas...¡apártate de mi Señor...soy pecador! me urge decir en mi fuero interno, cuando es llamada mi atención al recuerdo de que no es por obras, es por gracias y bendita gracia, que yo puedo o no puedo, y esto me hace sentirme mas miserable y a la vez mas afortunado, pues, a pesar de mí Jesucristo murió por mí. No quiero ni puedo negar esto.
YO SOY EL QUE VA EN SUS HOMBROS |
Predicar ahora, es temor y temblor, es acercarme a lo sublime, a lo inalcanzable hecho alcanzable por medio de la mano graciosa de Dios, y alcanzar los frutos que comidos puedan producir vida y vida en abundancia.
Pero ¡como han muerto esos pensamientos de "gloria" a causa de la predicación del Evangelio y como he sido despojado íntimamente - y todavía no todo - de ese mi pensar que el poder de la enseñanza y la predicación del Evangelio de Jesucristo, pueda ser motivo para mi ufana forma de pensar y no para, solo y únicamente, repito, solo y únicamente para la pura Gloria de Dios. Maldita mi carne que no ve esto.
Como si fuera un periscopio, trato de emerger a través de los deseos propios, del orgullo, de la complacencia, de la búsqueda de lo mío y no de lo que es solo de Jesucristo, en la búsqueda de mis doctrina preferidas, de mis imposiciones, de mi pretendido orden y concierto perfectos, de mi sensación de saber lo que los demás deben o no deben hacer, de ser egoísta espiritual ¿ perdón existe esto? de ser buscador mas de lo mío que lo de Dios, y de tantas y tantas otros yo que veo en mi y en los demás, que me hacen exclamar...¡miserable de mi...!¿quién me librará...?
Participar de la Palabra de Dios a las personas es una tarea donde el que habla debe morir y ser solo un transmisor. ¿acaso el altavoz es el que habla....? ¿no es tan solo el que debe transmitir fielmente lo que otro habla a través de él...? ¿Y si el altavoz esta averiado no corromperá el sonido y el limpio timbre del que habla, por muy puro que sea en su inicio? No puede pensar primero, el que quiere hablar el que quiere enseñar en nombre de Jesucristo, ni en si mismo ni en los demás, es necesario que piense en el verdadero mensajero, Jesucristo, y convencerse hasta la muerte del yo, que no se puede ser vocero si no se es fiel en la voz original.
Pensar en cualquier momento que el que predica la Palabra es algo, es como el ejemplo antes dicho, que el altavoz pensara que es algo por lo que a través de él se ha dicho. Y por otra parte hay de aquel que si se ha dicho lo adecuado, no es capaz de oír...pues ...el que tenga oídos para oír oiga.
Pero ¡ óiganme! si quieren hablar las Palabras de Dios, deben saber escuchar atentamente a Dios, tomar muy buena nota de lo que Dios ha dicho y trasmitir solo y exclusivamente lo que Dios ha dicho. ¡Nada mas!
Que incauto era - permitido por la hermosa gracias de Dios, por su paciencia y magnanimidad, que soportó y soporta mis palabras, hasta que aprenda fielmente las suyas. Que soporta mis interpretaciones personales y privadas o denominacionales y no me funda con el fuego de su poder, cuando pueda escuchar que digo que dice, cuando El no ha dicho.
Es curioso que Dios mirará con agrado mi pasión y pasara por alto mi arrogancia, mi estilo, mis fatuas creencias, mi orgullo, mi ...mi qué, si todo era basura, digo es todavía basura todo lo que queda que no sea de El y para El.
No solo Jesucristo tuvo que trabajar arduamente con los Apóstoles, con los discípulos con los que convivió en los tiempos de estar aquí con un cuerpo físico, ahora sigue bregando con cada hombre y con cada mujer que quiere sembrar su jardín particular, al margen de las instrucciones del mayor y mas poderoso jardinero, el cual es Jesucristo, Dios hecho hombre, Salvador y visitador por medio del Espíritu Santo, en estos momentos, y desde el día de Pentecostés.
Si, sin dudar que el Evangelio es poder de Dios para salvación...pero a todo aquel que cree, y aquí esta la gran batalla del que presenta la Palabra, no podemos obligar a creer, no podemos manipular a creer, no podemos hacer que la gente crea, nuestra labor es predicar, enseñar y aleccionar honesta y puramente respecto al Evangelio de la gracia y luego...solo el Espíritu sabe lo que debe hacer.
No debemos ignorar la pasión al presentar el Evangelio, pero debe ser una pasión sin las impurezas humanas que puedan contaminar ese preciso Evangelio y su aplicación práctica en este difícil mundo, incapaz de entender a Dios, a no ser que, con humildad, cada uno, los que oigan y los que prediquen o enseñen, nos humillemos, a la manera de la humildad e Jesucristo y seamos capaces de poder decir con toda franqueza, ya que lo vivimos...¡Ya no vivo, Cristo vive en mí...!
Predicar, enseñar el Evangelio es un arte, pero solo hay un ARTISTA: Jesucristo. Los demás...siervos suyos somos y ovejas de su prado...
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