martes, 26 de febrero de 2013

AGUIJONES

  Cuando era niño, como me crié en zona de campo, en la ciudad, me acostumbré a conocer la "fauna" del entorno donde jugábamos los niños, solo en verano, en las vacaciones y algún día que otro, pero pocos dentro del curso escolar. El curso escolar era dedicado a ir al colegio y en casa hacer las tareas que desde el colegio nos encomendaban.
   Pero el tiempo de verano era estupendo. Pasaba el tiempo al aire libre entre campos, acequias, árboles, caminos polvorientos, y otros muchos lugares que me parecieron siempre llenos de aventuras. Conforme nos hacíamos mayores, nos atrevíamos a reconocer un territorio mas amplio, descubriendo nuevos lugares, algunos ruinas, otros nuevos campos o ríos e incluso el propio y caudaloso río Ebro, cuya hazaña consistía en cruzarlo a nado.
   Entre otras cosas que aprendí fue a coger los insectos con los dedos. Cogía abejas, libélulas, avispas, y otros insectos volátiles que no eran muy rápidos, para las moscas, moscardones, mosquitos, etc. la técnica era diferente.
   Consistía en aproximarse muy lentamente al insecto, y cuando estaba posado en algún lugar, atrapar sus alas lo mas próximo al cuerpo del insecto para que no pudiera retorcerse y picar.
   Pero no siempre salía bien, y recuerdo perfectamente como alguna que otra avispa y abeja, me dejaron su aguijón como recuerdo del encuentro.
   ¡Que tremendo escozor y dolor, era casi insoportable! Nuestra técnica consistía en buscar de inmediato un lugar donde hubiera barro, o fabricarlo con saliva y aplicarlo donde se encontraba la picadura. Ciertamente se sentía un gran alivio. Luego con toda la destreza que nos permitían nuestras uñas, sacábamos el aguijón, para evitar la infección.
   Puedo asegurar que no era alérgico a los picotazos de todos esos insectos, pero desde luego el aguijón clavado en la piel, con el veneno correspondiente producía ese desagradable dolor y escozor, casi insoportables, como si un clavo ardiendo hubiera penetrado en el lugar.
   En la Biblia, el Apóstol Pablo, utiliza la palabra aguijón, en varias ocasiones:
El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Hechos 9:5
    En esta ocasión Jesucristo utiliza este símil para indicar al Apóstol Pablo, que su resistencia era inútil. Usa, Jesucristo un ejemplo que era común ver en Israel, a los bueyes, cuando eran obstinados, utilizaban un instrumento puntiagudo para indicarles que debían ir por donde se les dijese y no por donde ellos querían. De esta forma, cuando el buey recibía este pinchazo o pinchazos, se sometía y hacía lo que se le decía.
    No obstante del texto que yo me hago eco hoy, es el siguiente:
 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 2Co_12:7   En este caso, Pablo descubre que el aguijón (que representa un dolor muy grande) le fue dado por Dios (permitido por Dios) no sabemos a ciencia cierta que significaba literalmente el "abofetee" que el siente, pero desde luego era algo que no era agradable, algo doloroso, algo que le hacía padecer.
   Pero Pablo nunca se quedaba sin saber o por lo menos intentar saber las cosas referentes a Dios. Así que le preguntó a Dios, y Dios le dijo que ese aguijón le avisaba cuando se esta enalteciendo, envaneciendo, presumiendo, exaltándose, y así podía volver al camino de la sencillez y de la humildad al que Jesucristo le había llamado.
    He tenido y tengo muchos aguijonazos en mi vida (y no hablo de insectos) y supongo que mi buen Padre celestial, tendrá que seguir usando alguno mas que otro en el futuro. Realmente no agradan, duelen, escuecen, queman, incomodan...
    Pero si ciertamente son para evitar salirme demasiado del camino, creo que son necesarios, si son necesarios para recordarme que dependo de El, los quiero, si con ello me vuelvo mas humilde, mas manso, mas postrado, bienvenidos sean, porque cuando YO he querido ser fuerte, no he sido mas que un derrotado, pero cuando EL ha sido el fuerte, yo he sido vencedor.
    No despreciemos los "aguijones" que Dios manda a nuestra vida, a veces tienen forma de obstáculos, de personas, de injusticias, de enfermedades, de dolores psicológicos, de fracasos, de tropiezos, de fallos, de comportamientos fuera del fruto del espíritu, y vienen de los que menos esperamos...pero si son de parte de Dios...el consejo de Pablo es ME GLORIARE, harto difícil hacerlo como debe ser, pero ese es el Camino, La Verdad y La Vida.

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