Pero no nos podemos perder la otra experiencia, la cual debería ir unida a la primera, en este caso, es sobre todo a la que podemos agregarnos todos los que hemos entendido que Dios es, que Jesucristo es nuestro Salvador y que El está en todo.
Me parece que es en estas dos experiencias que se condensan las de los salmistas. Primero un reconocimiento de su situación e inmediatamente una mirada hacia arriba, una mirada de fe, una mirada de confianza, una mirada a nuestro Padre celestial, entonces, y cuando se hace bien, viene en consecuencia otra respuesta, otra actitud, otra forma de entender y ver el fondo de todo....¡hemos mirado a través de los "ojos" de Dios que son los ojos de la fe!
Creo que debo añadir que no hay estrategias en esto, se trata de RELACIÓN. La relación que Dios ofrece a los que se atreven a creer y confiar en El. No es algo que encontramos fácilmente ni siquiera en los ámbitos "religiosos" se trata de una relación "Padre e hijo" "Dios y persona"
El problema está en quedarnos varados en la primera parte, en la de solo ver la prueba, la dureza, lo que duele, lo que es incomprensible, lo que nos traiciona, lo que nos hace morder el polvo... esto no lo deseamos y nos resistiremos a ella como sea, salvo que hayamos entendido esa conciliable y extraña apreciación de Dios, en la que encontramos ese Dios, nuestro Padre, que PERMITE el dolor en nuestras vidas, pero que no deja de ser BONDADOSO.
Conciliar estos dos extremos resulta difícil, es locura para una mente humana, pues cuando se vive SOLO en la dimensión de este mundo caído es imposible entender los propósitos de Dios desde la Eternidad. No lo neguemos, requiere un esfuerzo...¡perdón! UNA NEGACIÓN de sí mismo, quiero decir con esto una negación de lo "natural" de lo "que pasa" de lo que, según nuestros criterios humanistas "debería ser" de la expresión "¡como puede pasar esto!"...
Poder seguir confiando en Dios después de una experiencia profunda de dolor en esta vida - y no será seguramente solo una - no es de este mundo porque exige un tremendo ejercicio de morir a lo que debería ser, por lo que es realmente, pero si solo fuera ese cambio de lo que "debería" por lo que "es" nos podríamos en encontrar en "caída libre" en un abismo de confusión.
La buena noticia es cuando Dios entra en esta escena y resulta trascendente, es decir que supera lo terrenal, que domina y controla todo y que todo, no importa su forma, está en control por El. Cuando decido seguir al Señor no puedo obviar esta segunda parte de los acontecimientos de mi vida, en especial los que son tremendamente dolorosos y ante los que siempre, inequívocamente me pregunto ¿por qué?
Ese hambre del saber está relacionado con el aporte que la caída de Adán y Eva ha producido en cada uno de nosotros, a saber: el conocimiento del bien y del mal:
Pero la serpiente(A) era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Gén 3:2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; Gén 3:3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Gén 3:4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; Gén 3:5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Gén 3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Gén 3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Gén 3:8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Gén 3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Gén 3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Gén 3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Gén 3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Gén 3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó,(B) y comí. Gén 3:14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Gén 3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Gén 3:16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido,[a] y él se enseñoreará de ti. Gén 3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Gén 3:18 Espinos y cardos te producirá,(C) y comerás plantas del campo. Gén 3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Gén 3:20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva,[b] por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Gén 3:21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Gén 3:22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida,(D) y coma, y viva para siempre. Gén 3:23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Gén 3:24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.La caída llevó a la humanidad a un conocimiento del bien y del mal, no solo del bien, también del mal. Y entonces vino la pregunta que hoy sigue siendo importante: ¿cuál es el bien y cuál es el mal? Porque poder acceder a ambos me confunde, ya que a veces el mal me parece bien y el bien mal...¡vaya problema!
Y lo es incluso para aquellos que han creído en Jesucristo, ya que deben llevar todo su conocimiento del bien y del mal a Cristo y dejar que el sea el que decida, no ya nosotros.
Parece fácil sobre el papel, pero en la práctica exige, en la mayoría de las ocasiones un verdadero esfuerzo por dejar morir las apreciaciones sobre el bien y el mal para que predomine la mente de Cristo en nuestras vidas.
No podemos ignorar, si queremos ser creyentes en Jesucristo que nuestro concepto sobre el bien y el mal es lo primero que juzgara lo que nos pasa, pero, y sobre todo en el mal que nos ocurra, seremos hundidos en desesperación salvo que entreguemos nuestro entendimiento del bien y del mal a Jesucristo y dejemos que El nos guíen mediante el Espíritu Santo, el cual siempre nos guiará a la VERDAD:
Juan 16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,El sabe lo que hace y lo que hace nos es casual ni inapropiado ni le toma de sorpresa, el está en control, debemos aprender a conciliar a nuestro Padre como el que PERMITE la prueba en nuestras vidas, sin dejar de ser BONDADOSO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario