Juan 11:21 y 11:32
En el día de hoy, y por segunda vez, hemos conocido de la muerte de un niño (en la otra ocasión de una niña mucho más cercana a nosotros, como iglesia). En ambas ocasiones la muerte sobrevino por accidente, por atropello. Desconozco la edad que tenía el niño, el cual falleció al salir corriendo hacia la carretera, y aunque su madre intentó sujetarle en el último instante, el vehículo se lo llevó. Así lo captó una cámara. Si imaginar lo que pudo pasar, es escalofriante, verlo…es horrible, petrificante.
La niña, hija también de una pareja creyente de la iglesia de Madrid, cuya madre conocíamos, mi esposa y yo desde que era bebé. Es en esos momentos que recibes la noticia, donde se produce de inmediato, junto a una reacción física del cuerpo, quedando aturdido, un revuelto en los pensamientos, como si el hecho nos introdujera en un jeroglífico, en donde buscamos la salida que justifique lo ocurrido, para encontrar un poco de paz y de comprensión, si fuera posible, a tan fuertísimo y doloroso hecho.
Estas reacciones son generales pero en las personas más cercanas, como son, en estos casos de los niños, los padres, abuelos…
…pero la muerte de un ser querido no tiene igual en su vacío y profunda tristeza. Su mundo se ha detenido. Puede citar la hora exacta a la que falleció su ser querido. Está marcada en su memoria y grabada en su alma. Hay momentos en que parece extraño que el mundo continúe como si nada hubiera sucedido, cuando el mundo de usted se ha puesto de cabeza. Su vida continúa, pero usted no tiene seguridad de por qué. Una vida diferente está frente a usted, una en la que su ser querido no estará físicamente presente. Por mucho que las personas lo intenten, nadie puede encontrar palabras para hacerle sentir mejor o hacer que desaparezca este dolor. Sobrevivirá, aunque no tenga seguridad de cómo o incluso si lo desea. Por David Kessler
En el conocimiento humano de las ciencias que estudian la mente, como la Psicología y la Psiquiatría, existen unos patrones casi idénticos que sufrimos antes pérdidas de tal consideración, como si de un proceso, se tratase y que hemos denominado DUELO.
Este patrón en otro nivel también ocurre en aquellos que empatizamos todo lo que podemos en el dolor, junto a los seres que han sufrido la pérdida. Por supuesto en aquellos seres queridos que han vivido de una u otra manera de forma cotidiana con el ser querido que se ha ido, ese proceso es durísimo, pero todos de alguna manera entramos en el mismo proceso a otro nivel.
Hablamos de la NEGACIÓN… “¡¡¡no puede ser!!!
La siguiente reacción es de ENFADO ¿SI HUBIERAS ESTADO?…el cual puede ser dirigido hacia muchos objetivos, incluido contra sí mismo, como puede ocurrir en estos dos casos que menciono y cuyos familiares estaban con ellos. Enojo contra quien ha producido el accidente…enojo contra Dios.
Este último es el que nos toca muy directamente al entorno de estos niños, por ser familias cristianas.
Es una reacción normal, debida a que a pesar de ser conocedores de que las “cosas malas también pasan a los creyentes” A menudo suponemos que si creemos en dios, no sufriremos los males del mundo. Podemos sentir que los padres honraron su parte del trato. Asistimos a la iglesia tratamos de ser buenos cristianos, hacemos el mejor esfuerzo para hacer lo que está bien en el mundo. Y entonces creemos que seremos recompensados si hacemos estas cosas con el cuidado de Dios, según el concepto de cuidado que hemos aprendido en el mundo. Estas suposiciones se derrumban a nuestro alrededor cuando mueren los buenos, los justos, los amorosos, los sanos, los necesitados y los más queridos entre nosotros.
No podemos negar el enigma que hay detrás de estos y otros muchísimos sucesos que ocurren y que desarman nuestros conceptos sobre lo que Dios deberá o no deberá hacer y aquí es donde debemos pasar el DUELO, más que nunca y a pesar de no tener respuesta, con nuestro Padre celestial. Tarea que no es fácil.
Es por ello que es tan necesario que actuemos de acuerdo lo que nos enseña la Palabra de Dios sobre estos difíciles momentos no únicos en el mapa de la existencia humana, al fin y al cabo, debemos ser cristianos en lo bueno y en lo “malo”
Y…¿qué dice la Palabra al respecto? Veamos algunos textos…
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. "Romanos 12:15 RV1960"
En este texto se encuentran los dos aspectos de la vida, tan contrarios y tan cercanos, EL GOZO y EL LLORO. Ya de por sí, entrevemos que vamos a tener ambos. También vamos a llorar y no podemos elegir el motivo por el que lloraremos, pues serán muchas las situaciones, los hechos ocurridos que nos harán llorar. Pero aquí encontramos una de las imágenes corporativas de la iglesia, más impactantes del AMOR…llorar con los que lloran.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. "Gálatas 6:2 RV1960"
Soy consciente del contexto de este versículo, viene de la ayuda mutua a causa del pecado. Pero reflexionemos, ¿acaso el dolor nos es una de las cargas más difíciles de sobrellevar? No es en esos momentos de dolor intenso cuando necesitamos alguien que sobrelleve (nos apoyes, ayude) con nosotros esos durar momentos. A veces no es necesario decir nada, solamente estar y llorar con el que llora, escuchar, empatizar al máximo.
Uno de los símiles más bellos y de inmediata comprensión es la comparación que el Apóstol Pablo hace del cuerpo humano y la iglesia
…
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. "1 Corintios 12:26 RV1960"
Si un miembro padece…¡todos los miembros se duelen con él! Esta es una labor del Reino celestial cuando la hacemos con ferviente amor, no por obligación, por amor y amor del bueno, del de Dios del caro, del que se ganó y se gana con el sufrimiento. Evitando sobre todo respuestas fáciles y aplicación de fórmulas “magistrales” teológicas que estén fuera del contexto de amor y de apoyo.
Me vienen a la mente los tres “amigos” de Job, Elifaz, Bildad y Zofar, no fueron precisamente una ayuda en esos momentos en los que Job se encontraba deprimido y angustiado, y recibió de ellos más angustia y acusaciones, basadas en una teología errada.
Por otra parte otro amigo, Elihú , vemos que sus consejos fueron totalmente diferentes a los de Elifaz, Bildad y Zofar. Trató a Job con bondad. Fue un amigo verdadero y un hábil consejero, digno de imitar en situaciones dolorosas.
Sabemos que “todas las cosas ayudan para bien” pero en momentos de tanto dolor es muy difícil ver cuál es el bien detrás de algo que destroza todo el ser. Es por ello que es mejor acudir a las palabras de consuelo y convertirse en instrumentos de Jesucristo.
Debemos tener claro que ha habido hay y habrá muchas cosas que ocurrirán y de las cuales no entenderemos nada, pero debemos también asegurarnos de que nuestros conceptos y criterios sobre lo que Dios debe o no debe hacer, están sujetos a su Soberanía y como Job, proclamar en esos momentos incomprensibles del diario vivir, no podemos más que decir “de oídas te he conocido…” el ver con nuestros ojos, muchas de esas cosas cerradas a nuestro entendimiento, habrá que esperar un poco más, pero podemos estar seguros, que cuando estemos con Él, entonces diremos “…pero ahora mis ojos te ven”
Una última cosa, deseo terminar con el texto donde Jesucristo acude a una casa donde una niña había muerto, sol deseo fijarme en la expresión de Jesucristo sobre la muerte...
"...les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. "Mateo 9:24 RV1960"
Estos niños están dormidos en la cuna del Señor.
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