CONTINUACIÓN DE IV
PADRE NUESTRO…
Quisiera detenerme ahora en el posesivo “nuestro” . Es la primera persona del singular pero se refiere a más de uno, no mío solo, también nuestro. Resulta muy curioso porque en el caso de Lucas, es UN discípulo quién le pide al Maestro que les enseñe a orar, pero en este caso este discípulo no piensa en sí mismo solamente pues la petición es “enséñanos” en plural, no solo a mí, a nosotros, a tus discípulos.
Jesucristo entonces le responde vosotros oraréis así. Podemos ver que la oración es tanto individual como colectiva, contiene los principios para que yo pueda orar de forma individual y también con mis hermanos en Cristo y no es de extrañar pues si la oración es importante de forma individual, es cuando dos se ponen de acuerdo cuando adquiere una dimensión de seguridad en la respuesta, por ser una oración con una misma intención, un conocimiento de oración de A QUIÉN ORAMOS, Y QUÉ DEBEMOS DE ORAR, EXAMINANDO ESTÉ DE ACUERDO CON LA VOLUNTAD DE DIOS Y NUESTRA NECESIDAD…
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. "Mateo 18:19-20 RV 1960"
Cuando leemos todo el texto vemos que hay una cierta autoridad, dos de acuerdo y el Padre que está en los cielos lo hace. Parece que todo es muy sencillo, y en cierta manera lo es. Pero estos dos que se ponen de acuerdo “nuestro” lo hacen basados en la autoridad de “venga a nosotros Tu Reino y hágase Tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo” sea privado o conjunta la oración debe estar siempre de acuerdo con el propósito de Dios.
Es fundamental insistir en esto. Podemos decir que el verbo pedir tiene una dimensión en el Reino de los cielos muy diferente a la de aquí en la tierra, aunque tenga semejanzas. Pedir debe partir de un corazón que cree en Dios y que contesta:
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. "Hebreos 11:6 RV 1960"
La fe en un Dios que está en el cielo es básica “crea que le hay” para recibir el galardón” o más exacta “retribución. De lo contrario es una pérdida de tiempo.
Siempre me ha chocado el que Dios haya puesto en tan mínimo número (dos o tres) la condición para muchas de sus atenciones, como la de estar en medio de nosotros, como dice el v. 20 del texto anterior de Mateo. Y también en la oración. Pero mirándonos como seres humanos ¡qué difícil resulta a veces ponerse de acuerdo!. Cada uno tenemos nuestra cosmovisión de todo y también nuestra opinión la cual, en sociedades democráticas, se insiste que cada uno tiene “su verdad” y hay que respetarla. Pedro esto no vale en el Reino de Dios.
En el Reino de Dios, para que surta efecto el acuerdo debe estar sometido a la voluntad de Dios totalmente. Entonces ya no solo uno, en la oración privada, sino dos o más deben considerar si el contenido de su petición de su oración esta equilibrada totalmente a lo que Dios nos ha indicado en Su Palabra. Aquí podemos llegar al punto de decir lo mismo que dijo Jesucristo en la decisión más difícil de su tiempo en la tierra, pasar por la cruz en el momento que Dios pusiera el pecado de todos sobre Él.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. "Mateo 26:39 RV1960"
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. "Mateo 26:42 RV1960"
“…quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. "1 Pedro 2:24 RV1960"
Todo esto que estoy diciendo, forma parte, desde mi entender, de la necesidad del conocimiento que necesitamos para que el Espíritu Santo, pueda obrar adecuadamente y para que nosotros crucifiquemos nuestros deseos y nuestra voluntad en todo, pero en este caso en relación con la oración, poniéndonos de acuerdo con Dios, es decir aceptando el acuerdo de Dios y orar conforme a ese acuerdo.
Ese acuerdo es llevado al nuestro, nosotros vamos a Él y le decimos juntos “Padre nuestro” y las peticiones son de nuestro Padre, que nos ha pedido que se las solicitemos, y aquí rompemos esa confusión de la que ya hemos hablado, “…si Él sabe lo que vamos a pedir….¿por qué tenemos que pedir? Y cuyo razonamiento de esta manera lo único que hace es rebajar si no quitar el fervor de la oración en sus diferentes maneras y formas.
Ponerse de acuerdo. Cuando observamos las reuniones de oración de las iglesias, nos damos cuenta “la falta de acuerdo” en primer lugar en unirnos juntos a orar. Se consigue juntar, no solo a dos o tres, a muchos más en otro tipo de reuniones de iglesia, pero cuando se trata de la oración qué difícil es ponernos de acuerdo, ya para empezar, como digo, para unirnos en oración para asistir a un tiempo de oración. Aquí cada uno tiene su postura, su manera, su gusto, su atracción… ¡difícil ponerse de acuerdo!
Si vamos a esperar a tener un acuerdo más amplio de dos o tres, quizás la oración deje de ser parte de la iglesia. Mantener viva la oración es preciso muy preciso, pero no hay mucho acuerdo, dado que aunque todos estamos de acuerdo a que la oración es importante, ponernos de acuerdo para juntarnos a orar es misión difícil, salvo en ciertas ocasiones o en ciertos momentos de auxilio.
Yo creo que la omnisciencia sabía que la oración no iba a ser muy numerosa en asistencia. Quizás por eso el nivel para poder llegar al cielo y traer la voluntad de Dios, fue establecido en dos o tres, si Dios hubiera establecido el contestar oraciones colectivas de un número alto, muchas veces no habría quorum suficiente. Pero ¡gracias a Dios que dos nos podemos poner de acuerdo con Dios y mediante la oración podemos hacer descender las bendiciones que Dios tiene preparadas.
Es necesario, por tanto, que cada uno seamos fieles en la oración, en la comunión personal, privada con nuestro Padre, estableciendo ya en nosotros una disciplina, apartando un tiempo para Dios, no el que nos sobre, más bien el primero y el más importante, así como una condición continua de oración en todo comento (orad si cesar) sea donde sea que estemos e independientemente de lo que hagamos.
La fidelidad en nuestro “cuarto” con Dios, traerá el acuerdo correspondiente cuando establezcamos tiempos de oración comunes y la participación será en unidad del Espíritu, pues cada uno vendrá con una condición establecida delante del Padre…”no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Ahora nos damos cuenta por qué resulta difícil orar. Porque hay todavía en nosotros un dominio del yo, de la carne, que se opone a que el espíritu nos lleve en total sumisión a “nuestro Padre” para ponernos de acuerdo con Él y traer su Reino y su voluntad que tanta falta hace a nuestras vida, nuestras familias, nuestras iglesias, y nuestro alrededor.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. "Gálatas 5:16-17 RV1960"
La lucha no es contra carne ni sangre. La lucha no es unos contra otros en la iglesia tratando de “imponer” con toda buena voluntad, pero no la de Dios, nuestra voluntad, la lucha está dentro de nosotros.
Tenemos que resolver primero esta situación interior mediante la mortificación del cuerpo de pecado, para que el Espíritu gane la batalla e nosotros y por nosotros y entonces seremos uno, a la ora de orar “Padre nuestro” entonces tenemos el poder porque nuestro Padre que esta en el cielo, lo hará.
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