INTRODUCCIÓN
Los que hemos creído en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, Aquél que nos ha mostrado al Padre y nos ha dirigido a Él, enfrentamos en muchas ocasiones, como todo el mundo, situaciones de adversidad que nos entristeces, nos producen dolor, nos hacen llorar, y nos hacen preguntarnos, o mas bien preguntar a Dios ¿Por qué?
No lo se todo. Pero con la dirección del Espíritu, deseo compartir lo que hasta la fecha Dios me ha ido mostrando, respecto a, sobre todo, lo que llamamos malo en nuestras vida, familias, hermanas y hermanos en Cristo de la iglesia local y de la Universal, así como en otros "inocentes" que sufrimos, desde nuestro puto de vista, injustamente y que a veces no comprendemos, cómo es que Dios no ha intervenido.
No estamos solos. La misma Biblia, nos habla de muchos creyentes que en tiempos pasados sufrieron y se plantearon, en ciertos momentos las mismas preguntas que nosotros respecto a esos hechos incomprensibles y como creyentes, hemos preguntado a Dios buscando algún gesto que nos ayude a entender esos "porqués" que su vacío nos producen tanta incertidumbre y lucha, para mantener nuestra confianza en Dios y poder ser fieles, como Él nos pide, hasta el fin.
Sabemos que "todas las cosas ayudan a bien" porque Dios lo ha dicho a través de la inspiración de los escritores de la Palabra. Pero cuando de verdad ocurren, se produce un choque entre el hecho, nuestra forma humana de reaccionar y entender y la forma en que la fe quiere responder, de acuerdo a lo que conocemos respecto a Dios.
Creo que una respuesta absoluta, no es posible alcanzarla en esta vida. Pero debemos hacer todo lo que esté en nuestras fuerzas, para que habiendo acabado todo permanezcamos firmes, como nos dice la invitación a ponernos la armadura de Dios, que por cierto, no debemos quitárnosla para nada, pues la batalla es continua.
Es por ello que comienzo esta serie, con el ánimo de precisamente animarnos a permanecer en la fe, poniendo los fundamentos que sacamos de la revelación de Dios, dada en su Palabra, que nos da algún razonamiento de los porqués de sufrimiento y adversidad.
POR QUÉ DIOS MÍO
Esta pregunta, acompañada del acontecimiento por el que
preguntamos cada uno de nosotros, todos, creyentes y ateos, nos la hemos
planteado alguna vez. Quizás desde el punto de vista de una persona que no cree
en Dios, el argumento de la pregunta venga en una conversación sostenida con
otra persona que cree en Dios y que ambas están tratando de asimilar alguna
adversidad, sea propia o ajena, el no creyente plantearía su consideración de
esta forma “Si Dios existiera no pasarían estas horribles cosas”
Pero venga desde un corazón incrédulo o desde un corazón que
ha tenido una cierta iluminación de Dios, la realidad que nos rodea, en los
sufrimientos y dolores que soportan, tanto creyentes como no creyentes, es un
tema de reflexión, aunque desde mi conocimiento al menos, no creo que haya una
respuesta definitiva para todos.
Como creyentes debemos aproximarnos a Dios mediante el
camino de lo revelado. Entiendo yo que no se ha revelado más por parte de Dios,
porque nadie de nosotros es capaz de entender, de acuerdo a nuestra
cosmovisión, siempre limitada, pues siempre hay algo más que descubrir y
entender.
La aproximación a Dios, dada la forma como Él nos ha creado,
y por tanto, como somos, añadido a lo que elucubramos nosotros, casi siempre
sin toda información, debe seguir unos pasos, que, sin tener de menos nuestra
forma en la que podemos reflexionar y pensar, Dios tiene el trabajo de ir formándonos
mediante la enseñanza de la Palabra y el trabajo que el Espíritu hace, con la
Palabra y con el entorno donde vivimos.
Por supuesto hace falta nuestra colaboración. Aceptar que
Dios existe es un principio importante y necesario para el avance en el
conocimiento de Él. Si no creemos que existe no vamos a perder el tiempo en
saber cómo es y que relación tiene respecto a nosotros.
Pero aceptar la existencia de Dios, no podemos negarlo, es
un acto de fe. No es fácil equiparar todos los testimonios de los que creemos,
y cómo empezamos a creer y por qué. Muchos venían de trasfondos donde el
ateísmo era su bandera: “Dios no existe”. Pero algo ocurrió que su forma de
pensar cambió y comenzaron a caminar de frente a Dios, cuando antes caminábamos
alejándonos cada vez más de Él.
La otra cosa está en el incontable número de “divinidades”
en las que diferentes sectores de la humanidad, han puesto su fe. El
entendimiento de la vida y sus circunstancias estará supeditado a las doctrinas
que surgen de esas divinidades y el concepto de la vida desde ellas.
Yo hablo principalmente a cristianos. Cristianos que creen
en el Dios de la Biblia y aceptan esta colección de libros, como la revelación
de Dios para la humanidad. Si hablamos de formas de creer, también en el cristianismo
nos encontramos con diferentes posturas, desde las cuales el esfuerzo es el
mismo al final, tratar de entender el por qué ocurren las cosas, en especial,
como ya he dicho, las indeseadas. Éstas las sufrimos todos independientemente
de donde tenemos invertida nuestra fe.
Nuevamente debo aclarar que estas reflexiones están basadas en el Dios de la Biblia,
considerando como fundamentales los libros canónicos, que con treinta y nueva
en el Antiguo Testamento y veintinueve en el nuevo conforman este canon, aunque
algunas Biblias incluyen los llamados deutero-canónicos o apócrifos.
Desde que mi fe fue depositada en el Dios de la Biblia, que
se hizo carne en Jesucristo, el cual vino a salvarme y ponerme en orden delante
de Dios, mediante su sacrificio, mi esfuerzo va dirigido a conocerle todo lo
que pueda y más, pues creo que esta fe que he invertido en Él, que fue muy
poco, algo ha crecido y confío que siga haciéndolo porque así yo lo quiero y Él
se ha propuesto hacerlo.
Digo esto porque para poder internarnos en tratar de
entender ciertos temas que no están muy claros en las Escrituras, debemos tener
una base que pueda sostenernos, pues es muy fácil caerse cuando uno escala
hacia el conocimiento de Dios, teniendo también el conocimiento humano que
puede ser un fiero enemigo a la fe, con sus argumentaciones. En lo que se
refiere al sufrimiento humano es implacable la lucha de imponer nuestros
conceptos sobre la vida, el dolor y la muerte.
Veamos como los discípulos de Jesucristo tenían esta lucha
en su interior…
Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron
sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego? "Juan 9:1-2 RV1960"
La pregunta la están haciendo los discípulos, aquellos que
creían en Dios, creían que Jesucristo era el Hijo de Dios, y le seguían
habiendo dejado todo, para estar con Él. Pero vemos que no lo sabían todo. Y podríamos añadir que tenían su propio concepto
sobre el porqué ese hombre era ciego “desde nacimiento”. Su duda era si la
causa de haber nacido ciego era por el pecado de él ciego o de sus padres. Esto nos ocurre también a los que creemos, no lo sabemos todo, pero tenemos nuestros conceptos sobre las
causas y efectos del por qué ocurren las cosas.
El problema está cuando nuestros conceptos están equivocados.
Los resultados pueden ser más dolorosos para aquellos que sufren el dolor, si
añadimos conceptos equivocados de los porqués. En el caso del ciego, o tenía la
culpa el ciego o sus padres. Fuera como fuera estaban sufriendo, no solo el
dolor de ser ciego, en el caso de él. Y el dolor de tener a un hijo ciego, en
el caso de sus padres. Pero en el ámbito religioso, estaban siendo castigados
por Dios…por algún pecado que cometieron.
Este concepto del castigo de Dios, sigue vigente. Si nos
examinamos a nosotros mismos, nos damos cuenta que cuando alguien hace algo muy
malo contra nosotros, nos sentimos víctimas y nuestra justicia es pensar: “¡Castígalos
Dios!” Pero en realidad somos nosotros quienes estamos queriendo utilizar a
Dios, como vengador de nuestra causa.
¿Me equivoco? Ya sé, que como cristianos conocedores de la
Palabra, hacemos morir estos pensamientos porque sabemos que no son de Dios.
Pero aparecen y ahí descubrimos nuestro desorden interior, lo que la Biblia
llama “la carne y el espíritu” Cuando la
carne gana, esto es pecado, y entonces debemos arrepentirnos, confesarlo a Dios
y sr libres.
A las preguntas de “Por qué sucedió esto o aquello” “por qué
murió este niño” “por qué esta persona
malvada se sale con la suya” “por qué tanta injusticia” las respuestas con muy
variadas y peligrosas cuando dejamos que nuestro pensamiento justiciero – ya no
digo actos justicieros – reclama una justicia que surge por lo general, de la
carne, cuando la ira le acompaña.
Por eso la Palabra de Dios nos manda…
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta. "Romanos 12:2 RV1960"
Entiendo que lo que nos quiere decir este texto es que no
sigamos pensando cómo el mundo, que cambiemos y renovemos nuestra forma de
pensar de acuerdo a Dios y su voluntad.
Para poder discernir aquello que
debemos renovar, debemos conocer la Palabra de Dios, que es la única autoridad
que tenemos, y que representa la voluntad de Dios.
El por qué un Dios bueno, omnipotente, omnisciente, “permite”
que sucedan cosas en este mundo, resulta escandaloso sino estamos dispuestos a
admitir que Dios hable, nuevamente Su Palabra, y nos explique, quizás no en
detalle pero si, a grandes y exactos rasgos los porqués que tanto damos
vueltas, a causa del desconocimiento de su propósito, si es que lo tiene.
CONTINUARÁ...
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