lunes, 17 de febrero de 2020

¿ POR QUÉ DIOS MIO? I


INTRODUCCIÓN

Los que hemos creído en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, Aquél que nos ha mostrado al Padre y nos ha dirigido a Él, enfrentamos en muchas ocasiones, como todo el mundo, situaciones de adversidad que nos entristeces, nos producen dolor, nos hacen llorar, y nos hacen preguntarnos, o mas bien preguntar a Dios ¿Por qué?

No lo se todo. Pero con la dirección del Espíritu, deseo compartir lo que hasta la fecha Dios me ha ido mostrando, respecto a, sobre todo, lo que llamamos malo en nuestras vida, familias, hermanas y hermanos en Cristo de la iglesia local y de la Universal, así como en otros "inocentes" que sufrimos, desde nuestro puto de vista, injustamente y que a veces no comprendemos, cómo es que Dios no ha intervenido.
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No estamos solos. La misma Biblia, nos habla de muchos creyentes que en tiempos pasados sufrieron y se plantearon, en ciertos momentos las mismas preguntas que nosotros respecto a esos hechos incomprensibles y como creyentes, hemos preguntado a Dios buscando algún gesto que nos ayude a entender esos "porqués" que su vacío nos producen tanta incertidumbre y lucha, para mantener nuestra confianza en Dios y poder ser fieles, como Él nos pide, hasta el fin.

Sabemos que "todas las cosas ayudan a bien" porque Dios lo ha dicho a través de la inspiración de los escritores de la Palabra. Pero cuando de verdad ocurren, se produce un choque entre el hecho, nuestra forma humana de reaccionar y entender y la forma en que la fe quiere responder, de acuerdo a lo que conocemos respecto a Dios.

Creo que una respuesta absoluta, no es posible alcanzarla en esta vida. Pero debemos hacer todo lo que esté en nuestras fuerzas, para que habiendo acabado todo permanezcamos firmes, como nos dice la invitación a ponernos la armadura de Dios, que por cierto, no debemos quitárnosla para nada, pues la batalla es continua.

Es por ello que comienzo esta serie, con el ánimo de precisamente animarnos a permanecer en la fe, poniendo los fundamentos que sacamos de la revelación de Dios, dada en su Palabra, que nos da algún razonamiento de los porqués de sufrimiento y adversidad.

POR QUÉ DIOS MÍO

Esta pregunta, acompañada del acontecimiento por el que preguntamos cada uno de nosotros, todos, creyentes y ateos, nos la hemos planteado alguna vez. Quizás desde el punto de vista de una persona que no cree en Dios, el argumento de la pregunta venga en una conversación sostenida con otra persona que cree en Dios y que ambas están tratando de asimilar alguna adversidad, sea propia o ajena, el no creyente plantearía su consideración de esta forma “Si Dios existiera no pasarían estas horribles cosas”

Pero venga desde un corazón incrédulo o desde un corazón que ha tenido una cierta iluminación de Dios, la realidad que nos rodea, en los sufrimientos y dolores que soportan, tanto creyentes como no creyentes, es un tema de reflexión, aunque desde mi conocimiento al menos, no creo que haya una respuesta definitiva para todos.

Como creyentes debemos aproximarnos a Dios mediante el camino de lo revelado. Entiendo yo que no se ha revelado más por parte de Dios, porque nadie de nosotros es capaz de entender, de acuerdo a nuestra cosmovisión, siempre limitada, pues siempre hay algo más que descubrir y entender.

La aproximación a Dios, dada la forma como Él nos ha creado, y por tanto, como somos, añadido a lo que elucubramos nosotros, casi siempre sin toda información, debe seguir unos pasos, que, sin tener de menos nuestra forma en la que podemos reflexionar y pensar, Dios tiene el trabajo de ir formándonos mediante la enseñanza de la Palabra y el trabajo que el Espíritu hace, con la Palabra y con el entorno donde vivimos.

Por supuesto hace falta nuestra colaboración. Aceptar que Dios existe es un principio importante y necesario para el avance en el conocimiento de Él. Si no creemos que existe no vamos a perder el tiempo en saber cómo es y que relación tiene respecto a nosotros.

Pero aceptar la existencia de Dios, no podemos negarlo, es un acto de fe. No es fácil equiparar todos los testimonios de los que creemos, y cómo empezamos a creer y por qué. Muchos venían de trasfondos donde el ateísmo era su bandera: “Dios no existe”. Pero algo ocurrió que su forma de pensar cambió y comenzaron a caminar de frente a Dios, cuando antes caminábamos alejándonos cada vez más de Él.

La otra cosa está en el incontable número de “divinidades” en las que diferentes sectores de la humanidad, han puesto su fe. El entendimiento de la vida y sus circunstancias estará supeditado a las doctrinas que surgen de esas divinidades y el concepto de la vida desde ellas.

Yo hablo principalmente a cristianos. Cristianos que creen en el Dios de la Biblia y aceptan esta colección de libros, como la revelación de Dios para la humanidad. Si hablamos de formas de creer, también en el cristianismo nos encontramos con diferentes posturas, desde las cuales el esfuerzo es el mismo al final, tratar de entender el por qué ocurren las cosas, en especial, como ya he dicho, las indeseadas. Éstas las sufrimos todos independientemente de donde tenemos invertida nuestra fe.

Nuevamente debo aclarar que estas reflexiones  están basadas en el Dios de la Biblia, considerando como fundamentales los libros canónicos, que con treinta y nueva en el Antiguo Testamento y veintinueve en el nuevo conforman este canon, aunque algunas Biblias incluyen los llamados deutero-canónicos o apócrifos.

Desde que mi fe fue depositada en el Dios de la Biblia, que se hizo carne en Jesucristo, el cual vino a salvarme y ponerme en orden delante de Dios, mediante su sacrificio, mi esfuerzo va dirigido a conocerle todo lo que pueda y más, pues creo que esta fe que he invertido en Él, que fue muy poco, algo ha crecido y confío que siga haciéndolo porque así yo lo quiero y Él se ha propuesto hacerlo.

Digo esto porque para poder internarnos en tratar de entender ciertos temas que no están muy claros en las Escrituras, debemos tener una base que pueda sostenernos, pues es muy fácil caerse cuando uno escala hacia el conocimiento de Dios, teniendo también el conocimiento humano que puede ser un fiero enemigo a la fe, con sus argumentaciones. En lo que se refiere al sufrimiento humano es implacable la lucha de imponer nuestros conceptos sobre la vida, el dolor y la muerte.

Veamos como los discípulos de Jesucristo tenían esta lucha en su interior…

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? "Juan 9:1-2 RV1960"

La pregunta la están haciendo los discípulos, aquellos que creían en Dios, creían que Jesucristo era el Hijo de Dios, y le seguían habiendo dejado todo, para estar con Él. Pero vemos que no lo sabían todo. Y podríamos añadir que tenían su propio concepto sobre el porqué ese hombre era ciego “desde nacimiento”. Su duda era si la causa de haber nacido ciego era por el pecado de él ciego o de sus padres.  Esto nos ocurre también a los que creemos,  no lo sabemos todo,  pero tenemos nuestros conceptos sobre las causas y efectos del por qué ocurren las cosas.

El problema está cuando nuestros conceptos están equivocados. Los resultados pueden ser más dolorosos para aquellos que sufren el dolor, si añadimos conceptos equivocados de los porqués. En el caso del ciego, o tenía la culpa el ciego o sus padres. Fuera como fuera estaban sufriendo, no solo el dolor de ser ciego, en el caso de él. Y el dolor de tener a un hijo ciego, en el caso de sus padres. Pero en el ámbito religioso, estaban siendo castigados por Dios…por algún pecado que cometieron.

Este concepto del castigo de Dios, sigue vigente. Si nos examinamos a nosotros mismos, nos damos cuenta que cuando alguien hace algo muy malo contra nosotros, nos sentimos víctimas y nuestra justicia es pensar: “¡Castígalos Dios!” Pero en realidad somos nosotros quienes estamos queriendo utilizar a Dios, como vengador de nuestra causa.
¿Me equivoco? Ya sé, que como cristianos conocedores de la Palabra, hacemos morir estos pensamientos porque sabemos que no son de Dios. Pero aparecen y ahí descubrimos nuestro desorden interior, lo que la Biblia llama “la carne y el espíritu”  Cuando la carne gana, esto es pecado, y entonces debemos arrepentirnos, confesarlo a Dios y sr libres.

A las preguntas de “Por qué sucedió esto o aquello” “por qué murió este niño”  “por qué esta persona malvada se sale con la suya” “por qué tanta injusticia” las respuestas con muy variadas y peligrosas cuando dejamos que nuestro pensamiento justiciero – ya no digo actos justicieros – reclama una justicia que surge por lo general, de la carne, cuando la ira le acompaña.

Por eso la Palabra de Dios nos manda…

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. "Romanos 12:2 RV1960"

Entiendo que lo que nos quiere decir este texto es que no sigamos pensando cómo el mundo, que cambiemos y renovemos nuestra forma de pensar de acuerdo a Dios y su voluntad. 
Para poder discernir aquello que debemos renovar, debemos conocer la Palabra de Dios, que es la única autoridad que tenemos, y que representa la voluntad de Dios.
El por qué un Dios bueno, omnipotente, omnisciente, “permite” que sucedan cosas en este mundo, resulta escandaloso sino estamos dispuestos a admitir que Dios hable, nuevamente Su Palabra, y nos explique, quizás no en detalle pero si, a grandes y exactos rasgos los porqués que tanto damos vueltas, a causa del desconocimiento de su propósito, si es que lo tiene.

CONTINUARÁ...

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