sábado, 22 de febrero de 2020

POR QUÉ DIOS MÍO...VI


OFERTAS DE FELICIDAD

Iba conduciendo en mi coche, cuando en el autobús urbano que me precedía, se leía una frase que decía “Damos felicidad”. Intenté ver de qué se trataba pero solo había como una dirección de una página WEB y no logré verla.

Las ofertas de felicidad son abundantes en nuestro entorno humano, en especial en los países más desarrollados. Las ofertas de felicidad se distribuyen, desde una dieta milagrosa que nos conducirá a tener un cuerpo envidiable que nos producirá felicidad, aparatos de todo tipo que practicando con ellos, pero de forma muy rápida, formaran en nosotros, en nuestro abdomen, unos abdominales de musculosos, sin olvidarnos de todo tipo de gotas, jarabes, pastillas, tratamientos, etcétera que curarán nuestras enfermedades, aquellas que la medicina no puede curar.

Ah, se me olvidaba, ese viaje, esas vacaciones, o incluso ese coche con el que no habrá persona más feliz en el mundo.

Cada año, la inversión que hacemos en “cosas” con la pretensión de que nos harán más felices, es millonario, según las estadísticas. ¿Por qué este derroche? Simplemente por el anhelo que hay en el corazón humano, de grandes y chicos, de ricos y pobres de ser verdaderamente felices. Buscamos “algo” que nos haga felices permanentemente, sea en el amor, sea con dinero, sea con poder, con personalidad, con buen físico. Todo está dirigido a la búsqueda de la felicidad y por tanto, las ofertas de felicidad son bienvenidas y caemos en ellas rendidos, pero son cantos de sirena que nos atrapan vilmente en la ilusión con resultado de la desilusión.

La historia de la humanidad, independientemente de los pueblos, naciones, épocas, está saturada de intentos de búsqueda de la felicidad, con propuestas de conseguir la misma, de muchísimas y diferentes formas, cada una con su buena o mala intención. Lo que sí podemos decir es que todos “queremos ser felices” igual que deseamos que sean felices aquellos que amamos.

Sobre la felicidad se ha escrito mucho, no solo en maneras de conseguirla, también se han hecho estudios desde puntos de vista sociológicos, psicológicos, ambientales, etcétera, pues no es difícil encontrar estadísticas donde sobresalen lugares donde la gente es más feliz, igual que donde la gente vive más y los porqués, razonándolos de una forma u otra y atrayendo a algunos, en el deseo de formar parte de ese o ese otro grupo. Pero he dicho donde la gente “es más feliz” no que sea totalmente feliz.

Los conceptos sobre la felicidad son también motivo de estudio y consideración y varían sustancialmente, pues en cierta manera, cada ser humano tiene su ideal de la felicidad. Pero las cosas son como son y como tal hay que entenderlas y asumirlas. Creo que el mayor acercamiento a la felicidad, es saber vivir la vida que a cada uno nos toca, sea como sea, no envidiando otras vidas que nos pueden parecer mejores y que podrían darnos sorpresas de vivirlas personalmente.

Las ofertas de la felicidad humana, son intentos de evitar el dolor y el sufrimiento.

No deseo engañar a nadie. No tengo paradigmas para una felicidad al estilo humano. Mi percepción de la felicidad está depositada en Dios. Y aquí es donde, quizás muchos de los lectores se desanimen, porque no son creyentes. Pero yo animo a todos a tratar de ir más allá de nuestras creencias actuales, si es posible, abriendo nuevos mapas mentales y no desechando otras formas de pensar.

A partir de aquí pues, intentaré presentar mi visión de la felicidad, que como he anunciado irá por los derroteros de la fe en el Dios que nos presentó el Señor Jesucristo…

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. "Juan 1:18 RV 1960"

Primero quiero decir que la verdadera felicidad depende de la VERDAD. 

No es posible ser feliz mediante la mentira, ésta se puede conseguir durante algún tiempo, pero no puede sostenerla y la decepción en el  encuentro con el descubrimiento de la mentira, puede ocasionar, y ocasiona la adopción de la mentira como parte de la vida y cómo no de la supuesta “felicidad”

Cuando mentimos a una persona diciéndole que no pasa nada, que su enfermedad saldrá adelante, cuando la realidad es que su vida se va, podemos crear un supuesto ambiente de felicidad, pues al no conocer la verdad su muerte no será precedida por la angustia de morir.

¿Por qué esta actitud que tomamos los humanos, con una piedad mentirosa?

 Como seres humanos, sobre todo cuando no tenemos esperanza, construimos cisternas rotas que mantienen una felicidad que se pierde rápidamente.

En la Palabra de Dios la mentira es tratada como un pecado y de gran gravedad. Del diablo se dice que es el padre de mentira…y los que mienten “hijos” de él…

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. "Juan 8:44 RV 1960"

La felicidad humana y la mentira se llevan muy bien, pero no conducen a ningún sitio agradable, pues Dios nos dice en Su Palabra el destino de los mentirosos…

“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. "Apocalipsis 21:8 RV 1960"

En versículo anterior vemos que codo a codo son condenados los mentirosos con los incrédulos, los abominables, homicidas, fornicarios, hechiceros e idólatras. Y es que en nuestra naturaleza humana la carne tiene este “gen” de la mentira instalado y usado frecuentemente desde los gobernantes hasta los mendigos, desde los ricos hasta los pobres, desde los ancianos hasta los niños.

 Esta usabilidad continuada que nos asedia, nos convierte en uno más, en los momentos donde una mentira consigue lo que una verdad puede perder. ¿Por qué? Porque la justicia del mundo está comprometida con la mentira. No se valora la verdad. No es de extrañar que “El Verdadero” sea despreciado.

Recuerdo en mi propia vida cuando en una fecha debía presentar unos documentos y por despiste, se me pasó la fecha un día. Fui a decir al estamento correspondiente, y llevé una carta donde contaba la verdad, que se me había pasado la fecha. Los propios responsables me dijeron que si decía eso, perdía. Que dijera otra cosa, incluso me apuntaron varias. Me sentí terriblemente al comprobar que en esas instancias, me tuvieran que aconsejar el mentir para conseguir lo que había perdido en un despiste corto, y que era mío. Para reafirmar lo que me decían me mostraron un montón en el que había cartas de “mentira” que serían justificadas, mientras que la mía sería rechazada.

Pero Dios nos llama a los que decimos ser sus hijos a decir la verdad…

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. "Efesios 4:25 RV 1960"

Por supuesto a Dios no podemos engañarle, pero si podemos engañarnos a nosotros mismo y a otros. La mentira forma parte pues de un escape del dolor y del sufrimiento, y nos convierte en mentirosos y enjuiciados por Dios y por tanto de camino a un sufrimiento más agudo y si no hay arrepentimiento a un sufrimiento eterno.

Por eso la advertencia…

Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. "Mateo 10:28 RV 1960"

La mentira puede librarnos de un dolor o sufrimiento “de los que pueden matar al cuerpo” pero nos lleva a la destrucción del alma y el cuerpo en el infierno.

Cuando leemos la Palabra, encontramos que se traduce “verdad” como el conjunto de mandatos, enseñanzas, doctrinas y forma de vivir en Cristo. Por tanto en esta vida estamos siendo llamados a vivir EN LA VERDAD, no solo a decir la verdad, de lo contrario vivimos EN LA MENTIRA, no en la verdad y nuestra vida es una vida en pecado, no vivimos una vida de gozo en Jesucristo, la mentira nos roba el gozo y nos produce dolor.

Cuidado pues con las ofertas de felicidad del mundo, pueden contener la mentira como fin para lograr convencernos, pero solo la VERDAD debe llenarnos de confianza, recordando lo que Jesucristo dijo de sí mismo…

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.  "Juan 14:6 RV 1960"

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