Ya
hemos visto en la entrega anterior, que esta historia sucedida en el reinado
del Rey David, La historia la encontramos en 2 Samuel 24:1-25 y en 1ª de
Crónicas 21:1-30. Vimos que en ambos libros, el texto comienza con ira por
parte de Dios sobre Israel y es el Rey David, mediante una debilidad que Satanás
lo tienta y él cae en la tentación de hacer un censo del pueblo.
LA TENTACIÓN: EL CENSO
El
censo de David acarreó el desastre debido a que, a diferencia de los censos
tomados en el libro de Números (Números 1, 2) los cuales Dios había ordenado,
este censo se llevó a cabo para que David pudiera sentirse orgulloso de la
fortaleza de su ejército. Al determinar su poder militar, estaba comenzando a
confiar más en este poder que en la fuerza de Dios. Existe una línea muy
delgada entre la dependencia que confía en el poder de Dios y la soberbia
porque Dios lo ha usado para grandes propósitos.
Si
bien veíamos en la parte anterior que Satanás tiene una cierta autoridad sobre
el mundo, ahora vemos también que nadie está exento de ser tentado por él. Estar sometidos a Dios, a Su perfecta
voluntad, requiere una entrega constante y decidida y al detalle. De lo
contrario como le pasó al Rey David, caemos en pecado.
El
censo de David acarreó el desastre debido a que, a diferencia de los censos
tomados en el libro de Números (Números 1, 2) los cuales Dios había ordenado,
este censo se llevó a cabo para que David pudiera sentirse orgulloso de la
fortaleza de su ejército. Al determinar su poder militar, estaba comenzando a
confiar más en este poder que en la fuerza de Dios. Existe una línea muy
delgada entre la dependencia que confía en el poder de Dios y la soberbia
porque Dios lo ha usado para grandes propósitos.
El
texto bíblico dice que Satanás incitó a David para hacer un censo. ¿Acaso puede
forzar Satanás a la gente a hacer cosas malas? No, Satanás sólo tentó a David
con la idea, pero fue David el que decidió hacerlo. Desde el huerto del Edén,
siempre Satanás ha estado tentando a la gente a pecar. El censo de David no iba
en contra de la ley de Dios, pero el motivo del censo estaba mal: sentía
orgullo por su ejército poderoso, mientras olvidaba que su verdadera fortaleza
provenía de Dios.
Del
ejemplo de David podemos aprender que un acto que por sí mismo no es malo,
puede llegar a ser un pecado si lo motivan la codicia, la arrogancia o el
egoísmo. A menudo nuestros motivos, y no nuestras acciones, originan el pecado.
Debemos sopesar constantemente nuestros motivos antes de actuar.
Incluso
Joab, quien no era conocido por sus ideales de alta moral, reconoció que el
censo era un pecado.
1
Crónicas 21:3 Y dijo Joab: Añada YHVH a
su pueblo cien veces más, rey señor mío, ¿no son todos éstos siervos de mi
señor? ¿Para qué procura esto mi señor, que será para pecado a Israel?
1
Crónicas 21:6 Entre éstos no fueron
contados los levitas ni los hijos de Benjamín, porque la orden del rey era
abominable a Joab.
Pero
David, en ese preciso momento estaba totalmente ciego…
2
Samuel 24:4 Pero la palabra del rey
prevaleció contra Joab y contra los jefes del ejército. Así que Joab y los
jefes del ejército salieron de la presencia del rey para hacer el censo del
pueblo de Israel.
Durante
nueve meses y veinte días, Joab y los jefes del ejército, estuvieron
recorriendo todo Israel, haciendo el censo y una vez terminado le dieron todos
los datos al Rey David…
2
Samuel 24:8 Y habiendo recorrido el
país, volvieron a Jerusalem al cabo de nueve meses y veinte días.
2
Samuel 24:9 Y Joab entregó el censo del
pueblo al rey. Y fueron los de Israel ochocientos mil hombres de guerra que
portaban espada; y los de Judá eran quinientos mil hombres
Hecho
el censo y entregado al Rey David, el rey no se sintió bien espiritualmente.
Una de las cosas que tenía David, a pesar de sus innumerables fallos, era que
tenía un corazón dispuesto para reconocer cuando había pecado…
1
Crónicas 21:8 Entonces dijo David a
Ha-’Elohim: He pecado gravemente al hacer esto. Pero ahora te ruego que quites
la iniquidad de tu siervo, porque he obrado muy neciamente.
2
Samuel 24:10 Pero después que David hizo
contar el pueblo, le remordió el corazón. Así que David dijo a YHVH: He pecado
gravemente al haber hecho esto. Ahora, oh YHVH, te ruego que perdones la
iniquidad de tu siervo, porque he obrado neciamente.
¡En
cuántas ocasiones nosotros también obramos neciamente! Obrar neciamente conduce
al pecado y el pecado trae consigo castigo. David se dio cuenta de que había
pecado y se hizo responsable de él.
Todos pecamos y debemos conocer el camino
dispuesto por Dios para el regreso, este es la confesión y el arrepentimiento. Al
igual que David, debemos admitir la plena responsabilidad de nuestros actos y
confesarlos a Dios antes que El nos perdone y continúe su obra en nuestras
vidas.
LAS CONSECUENCIAS
Las
consecuencias del pecado de David eran evidentes. Seguramente era conocido por
todo el pueblo el censo. Y por tanto Dios debía establecer algún tipo de
justicia para que estuviera presente en todos los corazones, como prevención de
futuro. Así que le dio a elegir el tipo de castigo que sin duda iba a recibir
el rey David, y todo el pueblo con él.
2
Samuel 24:11 Cuando David se levantó por
la mañana, la palabra de YHVH fue al profeta Gad, vidente de David, diciendo:
2Sa
24:12 Ve y di a David: Así dice YHVH:
Tres cosas te propongo; escoge una de ellas, para que Yo te la haga.
2Sa
24:13 Y Gad fue a David, y se lo hizo
saber, diciéndole: ¿Te sobrevendrán siete años de hambre en tu tierra? ¿Huirás
tres meses delante de tu adversario mientras te persigue? ¿Habrá tres días de
peste en tu tierra? Decide ahora, y mira qué he de responder al que me envía.
Sobre
el Rey David, recayó la responsabilidad de tener que decidir sobre el tipo de
castigo y lo hizo con “gran angustia” y eligió que Dios enviara una “peste” la
cual mató a setenta mil hombres…
2
Samuel 24:14 Y David respondió a Gad:
Estoy en gran angustia; pero es preferible caer en manos de YHVH, porque muchas
son sus misericordias, que caer en manos de los hombres.
2Sa
24:15 Y YHVH envió la peste sobre Israel
desde la mañana hasta el tiempo señalado; y desde Dan hasta Beerseba murieron
del pueblo setenta mil hombres.
El
pecado tiene un efecto de dominó. Una vez que se ha cometido un pecado, lo
siguen una serie de consecuencias. Dios perdonará nuestro pecado si se lo
pedimos, pero las consecuencias de ese pecado ya están en marcha. David suplicó
misericordia, y Dios respondió al detener al ángel antes de que completara su
misión de muerte. Sin embargo, las consecuencias del pecado de David ya habían
causado un gran daño. Dios siempre perdonará nuestros pecados y a menudo
intervendrá para hacer menos severas sus amargas consecuencias, pero
permanecerán las cicatrices. El pensar en las posibles consecuencias antes de
actuar puede evitarnos a nosotros mismos y a los demás mucha pena y mucho
sufrimiento.
“¿Por
qué murieron setenta mil inocentes por el pecado de David? Nuestra sociedad
hace un gran énfasis en el individuo. En los tiempos antiguos, sin embargo, los
líderes familiares, los líderes de las tribus y los reyes representaban al
pueblo que dirigían, y todos esperaban compartir sus triunfos al igual que sus
fracasos y castigos. David merecía castigo por su pecado, pero su muerte podía
haber ocasionado un caos político y la invasión del ejército enemigo, causando
cientos de miles de muertos. En cambio, Dios mostró su gracia al salvar la vida
de David. Además detuvo la plaga para que se salvara la mayor parte del pueblo
de Jerusalén.
Dios
nos hace trabajar juntos, en forma interdependiente. Ya sea que pensemos que
eso es justo o no. Queramos o no, nuestras acciones siempre afectan a otras
personas. No podemos conocer por completo la mente de Dios en este juicio
severo. No sabíamos dónde estaban los profetas, los líderes de las tribus y los
otros consejeros durante este incidente y ya sea que lo hubieran decidido o no
permanecieron junto al rey. Nosotros sí sabemos que depositar nuestra confianza
únicamente en el poder militar es idolatría. Cualquier cosa que tome el lugar
de Dios es pecado, y el pecado origina consecuencias desastrosas. Comentario
Biblia Diario Vivir.”
Hemos
visto hasta aquí, a tres protagonistas principales, por supuesto Dios, Satanás
y el Rey David. Hemos visto a un Dios airado a causa del pecado, a Satanás
tentando al rey David sobre su poderío militar y al rey David, obstinado a
pesar de los avisos de su general Joab – y quizás de algunos más de sus hombres
– y las consecuencias del pecado, reconocido ampliamente por David.
La
tentación viene del Diablo. Pero nosotros tenemos la responsabilidad de hacerle
caso o no. Todos seremos tentados y la Palabra de Dios nos dice…
1
Corintios 10:12 Así que, el que piensa
estar firme, mire que no caiga.
1Corintios
10:13 No os ha sobrevenido ninguna
prueba que no sea humana, pero fiel es Dios, quien no os dejará ser probados
más de lo que podéis; antes bien, juntamente con la prueba proveerá también la
salida, para que podáis soportar.
El
Rey David fue tentado por Satanás, pero Dios le ofreció una salida mediante los
sabios y acertados consejos de su general Joab. Pero no hizo caso a los mismos,
quizás arrogándose en esos momentos más capacidad espiritual que sus subalternos.
Pero Dios puede utilizar, como sabemos, al más insignificante o a lo más
insignificante para advertirnos antes de cometer el error.
La
humanidad, aunque insista en negarlo, ha recibido y recibe constantes
advertencias de nuestros propios errores, lo vemos alrededor de una forma
continuada, sea en situaciones alejadas de nuestra capacidad, como en otras
donde nuestra responsabilidad directa es muy precisa, como por ejemplo, las
grandes hambrunas en la tierra, las muertes por ello en tantos lugares, la
falta de amor hacia los débiles y que se yo cuántas cosas más. La peste fue,
además de un castigo, una forma mediante la cual Dios dio testimonio de sí
mismo y del pecado del hombre. Volvernos a Dios, confesar nuestros pecado y arrepentirnos
es el camino de vuelta.
1 Samuel 7:3 Y habló Samuel a toda la casa de Israel,
diciendo: Si os volvéis a YHVH con todo vuestro corazón, quitad de en medio
vuestro a los dioses extraños y a Astarot, y preparad vuestro corazón para
YHVH. Servidle sólo a Él, y Él os librará de mano de los filisteos.
2 Crónicas 30:9 Porque si os volvéis a YHVH, vuestros
hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia ante sus captores y regresarán
a esta tierra, pues YHVH vuestro Dios es clemente y misericordioso, y si os
volvéis a Él, no apartará de vosotros su rostro.
Nehemías 1:9 pero si os volvéis a mí y observáis mis
mandamientos y los cumplís, aunque vuestros dispersos estén en el extremo de
los cielos, de allí Yo los recogeré y los conduciré de nuevo al lugar que
escogí para que en él tabernaculice mi Nombre.
CONTINUARÁ…
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