domingo, 8 de marzo de 2020

VOSOTROS ORARÉIS ASÍ…XIII - Y perdónanos nuestras deudas,



…como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. "Mateo 6:12 RV 1960"

¿Deudas? …otras versiones lo traducen como  “Perdónanos nuestras ofensas…” ; “Perdónanos el mal que hemos hecho…”;” perdona nuestros pecados…” ; “Perdona el mal que hacemos…” 

¿Deudores? …otras versiones traducen como “quienes nos han ofendido…” ; “los que nos han hecho mal.”  ; “los que nos hacen mal.” ; “

Y llama la atención esta versión que entre paréntesis recoge varios significados...

'Y perdónanos nuestras deudas (ofensas, pecados), como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores (los que nos ofenden, nos hacen mal).  "Mateo 6:12 NBLH – Nueva Biblia de los Hispanos”

Con estas diversas traducciones del texto nos queda mucho más claro  el sentido y la intención del texto.

Todos pecamos contra otros y otros pecan contra nosotros. Aquí el Señor se refiere a los pecados contra Dios y contra otros. Cuando pecamos contra nuestro prójimo, pecamos contra Dios.
El hecho que esté como parte de la oración modelo que enseñó Jesucristo, le da bastante importancia, y tenemos que dársela también cada uno de nosotros.

Hay dos posiciones que nos encontramos respecto al pecador. En primer lugar somos pecadores, tenemos una naturaleza pecador…en segundo lugar cometemos pecados.
Tenemos, así mismo, dos situaciones respecto al pecado, primero, al tener una naturaleza de por sí pecadora, solo la muerte puede librarnos de ella. Segundo no queremos pecar, pero pecamos, debido a que tenemos naturaleza pecadora.

La naturaleza de un león, es fiereza, es su naturaleza, aún en los caso de ser domesticados, en un momento se han rebelado contra sus domadores. Nuestra naturaleza no se puede domar completamente, ese es el intento de la “civilización” sea mediante enseñanzas morales e incluso por leyes, pero todo eso no puede contener la naturaleza pecaminosa, la cual peca al descubierto o secretamente, pero peca. Es nuestra naturaleza.

Sabemos que la ley es espiritual, pero yo, en mi condición humana, estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino que precisamente aquello que odio es lo que hago.[k] Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena. Pero en este caso ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi débil condición humana, no habita el bien; por eso, aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero. Ahora bien, si lo que no quiero hacer es lo que hago, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer lo bueno, solo encuentro lo malo a mi alcance. En mi interior me agrada la ley de Dios; pero veo en mí otra ley, que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado que está en mí y me tiene preso. ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo “Romanos 7:14-24 DHHe"

En este texto la enseñanza del Apóstol Pablo, nos hace entender qué nos ocurre, qué nos pasa realmente, contesta a las preguntas ¿Por qué peco? ¿Por qué no tengo fuerza para no pecar? Entonces me doy cuenta de que mi naturaleza es la que causa esto y la que me hace desdichado, miserable.  Ahora para recibir esto como una verdad que se aplica a mí primeramente, como a mis semejantes, debo entenderla y aceptarla, sentirme como Pablo se sentía, un desdichado, un miserable…en inmediato buscar la solución….
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.  "Romanos 7:25 RV 1960"

Así es, Jesucristo es mi solución y también la solución del que quiera. Gracias a Él mis “deudas” mis “pecados” “el mal que hago” es perdonado.

Por ello,  Jesús nos pone en alerta en cuanto al perdón se refiere: si no queremos perdonar a los demás, tampoco Dios nos perdonará. ¿Por qué? Porque cuando no perdonamos a otros estamos negando lo que tenemos en común como pecadores necesitados del perdón de Dios. El perdón de Dios no es el resultado directo de nuestro acto perdonador hacia otros, sino que está basado en nuestro entendimiento del significado del perdón .

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. "Efesios 4:32 RV 1960"

Es fácil pedir a Dios su perdón, pero es difícil darlo a otros. Cuando pidamos a Dios que nos perdone, debemos preguntarnos: "¿He perdonado a las personas que me han ofendido, que han hecho mal contra mí, que han pecado contra mí…?"

Quizás lo que mejor define este contraste de perdonar de la misma forma que yo recibo perdón, lo encontramos en la siguiente enseñanza de Jesucristo:

Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
"Mateo 18:23-35 RV 1960"

En este texto ya de entrada habla del Reino de los cielos, a dónde el que ora pertenece y cuya actitud debe tener conforme a su Rey. Habla de forma alegórica y la deuda representa el pecado, una deuda en la moneda de entonces, los talentos, y tiene dos partes. La primera un siervo que debe mucho a su Rey, (10.000 talentos,  un talento equivalía a 6.000 denarios, por tanto la deuda de este siervo era de 60.000.000 de denarios,  cada denario era el salario de un día de trabajo)  y el Rey lo condenaba a ser vendido como esclavo,  por no pagar, al siervo y a toda su familia. El siervo suplicó perdón y lo recibió. Pero cuando se vio libre, fue a un consiervo que le debía mucho menos (100 denarios) y a pesar de suplicarle, no tuvo misericordia y lo metió en la cárcel. Al ver este comportamiento otros consiervos fueron al rey y le contaron lo que había hecho, y entonces el Rey lo entregó a los verdugos, por falta de dar la misericordia, igual que la recibió. Y terminada ésta parábola nos dice que…” Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas” El asunto es serio.

A Dios le debemos muchísimo más, que cualquiera de nuestros hermanos nos pueda llegar a deber a nosotros. Esta es la enseñanza llevada al límite y comparaciones, dentro de esta parábola.

La importancia del perdón es insistida y realzada, una vez terminada la oración del Padrenuestro…
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.("Mateo 6:14-15 RV 1960"
 
Ya hemos visto anteriormente, cómo el pecado forma parte de nuestra naturaleza. Diríamos que el ser “deudores” “ofensores” “hacedores del mal” está en nuestra naturaleza. Y no hay ningún recurso para librarnos de ella, salvo la muerte de todo nuestro ser. Pero Dios vino en nuestro auxilio. Envió a Su Hijo el Señor Jesucristo y Él, consiguió ganar a la naturaleza pecadora, cumpliendo totalmente con la Ley de Dios, exigencia necesaria para no recibir la muerte y luego cumplió con la exigencia de la muerte que merecíamos nosotros, muriendo por cada uno de los seres humanos que hayan existido y existan en el mundo, para que asiéndose, por fe, a esa obra, podamos ser libres.

Pero el que de verdad se ha sentido “desdichado” “miserable” y ha recibido el perdón del Padre, ganado por Jesucristo, debe también hacer lo mismo con sus hermanos, perdonarlos, de todo corazón. Y de esta forma, Dios también puede perdonarnos.

Lo que quiere decir es que el que no perdona, no ha entendido el muchísimo valor del perdón recibido y que debe dar de la misma manera.

CONTINUARÁ…

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