lunes, 9 de marzo de 2020

VOSOTROS ORARÉIS ASÍ…XIV - Y perdónanos nuestras deudas,- II



…como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. "Mateo 6:12 RV 1960"

Hay muchas cosas que decir sobre este tema del perdón. Cada ser humano reaccionamos de diferentes formas ante situaciones donde debemos pedir perdón o perdonar. Es muy difícil cualquiera de las dos situaciones. No vamos a negarlo. Si a alguien le resulta fácil hacerlo, lo felicito. Pero por lo general, no es nada fácil.

¿Entonces? Si no es fácil… ¿por qué nuestro Padre celestial nos pone esta carga…?

Ya en lo comentado sobre esta parte de la oración del Padrenuestro, en las páginas anteriores, nos hemos dado cuenta que tenemos una naturaleza que nos traiciona. Tenemos impulsos, deseos, intenciones, que son casi incontrolables y por otra parte también tenemos de eso mismo que nos dicen que controlemos, en forma caricaturesca, hemos visto una persona y en una oreja hablándole un angel y en la otra un demonio, y la persona con una cara desconcertada, preguntándose a quién hará caso.

No está muy lejos de la verdad, esta representación. Pero el problema no está en un angel o un demonio en nuestras orejas, el problema está ya en nuestra propia naturaleza, muchas veces conformada a nuestro carácter, el cuál ha sido condicionado, desde que nacimos, por nuestro entorno, familiar, escolar, cultural, experimental y vivencial.

Pero la base del ser humano no acompaña, sea cual sea el trasfondo donde se “cultive” su vida. Culturas con valores morales altos, no pueden evitar sucesos malos, igual que familias con valores morales altos, no pueden evitar que descendientes sean contrarios a esos valores. Muchos podríamos confesar que no hicimos algo, que moralmente no es apto, por miedo, por miedo a la justicia, a las reacciones de otros o algo así.

Hablar del ser humano, ya nos ha llenado estantes de literatura y estudios, con diferentes descubrimientos o tesis sobre cómo somos, y no hemos agotado ni dicho todo.

Pero contesto al ¿Entonces? de antes…
Nuestro Padre celestial, el Creador del mundo original y de los seres humanos, sabe perfectamente y por experiencia propia nuestras dificultades. No solo desde el cielo, Él se hizo hombre y luego siervo, y vivió entre y con nosotros y pudo comprobar de primera mano todo lo que somos, sentimos, luchamos, lloramos, reímos…etcétera.
Él sabe perfectamente todo sobre nosotros.
Pero lo curioso es que Él no nos da un tratado inacabable sobre cómo somos, como tratamos de hacer nosotros con amplios términos, nuevos descubrimientos y nuevas teorías. Él va al grano. Él dice…”vuestro problema es que sois pecadores, vuestro problema es el pecado” Es el pecado quién os hace sufrir y os convierte en personas que hacen sufrir a otros. Es el pecado que ha contaminado vuestro corazón y del corazón es donde sale todo…

“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.  "Mateo 15:19-21 RV 1960" 
Así que es el pecado el que nos pone muy difícil dar y recibir perdón.

No se hubiera molestado Dios, en bajar, si hubiéramos podido, tarde o temprano arreglar por nuestra cuenta el terrible desaguisado que produjimos en  lomos de Adán y Eva. El problema es serio, pero Dios se lo tomó también muy en serio. No iba a permitir dejarnos en esa condición tan desfavorable y dura.

Es por ello que vino Jesucristo, para “salvarnos” de todo ello, porque todo acto realizado fuera de la Ley de Dios es castigado de forma inmediata debido a que alguien que ha realizado un acto contrario a la Ley de Dios, se convierte en algo que no puede pervivir en el Universo de Dios. Este mundo está bajo la Gracia de Dios. Un día esta gracia dejará el camino al juicio. Mientras tanto, los que hemos oído del Evangelio, tenemos la responsabilidad de responder al mismo, los que no lo han oído, hay que hacer el esfuerzo de que puedan oírlo.

Comprender nuestra condición, es indispensable para que nuestro corazón cambie y permitamos que sea nuevo, lleno del carácter de Dios. Y solo así podremos entender lo terrible que es andar sin ser perdonado, a pesar que lo disimulemos con fiestas, con búsquedas de belleza, de poder, de riqueza, con toda comodidad para nuestro cuerpo y muchas vacaciones para “relajarnos” y ser felices. Seguimos necesitando cambiar nuestro corazón.

Entonces nuestro corazón entenderá por qué tuvo ese sacrifico tan cruento Jesucristo, para poder conseguir de forma justa, el perdón de nuestro ser pecador y de los actos y actitudes pecadoras de cada uno de nosotros. El pecado es muy, pero que muy grave a los ojos de Dios. Lo terrible es que como vemos que el mundo lo tolera, cada vez mas, nos  vamos convenciendo poco a poco, en la idea de tolerarlo en lugar de rechazarlo. Es cierto que todavía vemos acciones humanas que son impresionantes hacia el bien a nuestros semejantes, pero en todo ello, recordemos que Dios mira el corazón.

Igual que Dios mira el corazón cuando oramos, cuál es nuestra intención en ello, así también el mira nuestro corazón en cada acción que realizamos, incluidas las que hacemos en Su Nombre. Meditemos en los siguientes textos bíblicos sobre esto…
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.  (Lc. 11.2-4)

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres;(B) de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta,(C) ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. "Mateo 6:1-6 RV 1960" 
Como leemos, en el primer texto es quien hace muy buenas cosas para otros, pero su intención es ser aplaudidos por los hombres. Jesucristo dice: “Ya tienen su recompensa” (no de  Dios, de los hombres).
En el segundo texto se refiere a una actividad espiritual, la cual éstos a los que se refiere Jesucristo, también lo hacen para que los vean los hombres…Jesucristo dice lo mismo: “Ya tienen su recompensa”

Para que el perdón sea efectivo debe salir de un corazón cambiado por Dios. Para poder recibir el perdón, debemos tener un corazón cambiado por Dios. Con el corazón de nuestra naturaleza pecadora, es imposible dar o recibir perdón de forma adecuada.

Nuestro corazón además ya no se rige por lo que ve u ocurre en su entorno. Se rige por fe en el Padre celestial, que lo que dice ES. No hay contradicción, no hay dobles interpretaciones, no hay letra pequeña.  Debemos creer, confiar en nuestro Padre celestial.

En esta nueva naturaleza, empezamos a entender el verdadero valor del perdón, primero el que nosotros hemos recibido, sin merecerlo, y el que debemos dar, aunque no lo merezca a quien se lo damos. Pero este es el principio. Y es muy difícil dar un perdón igual que el que hemos recibido de Dios, sino entendemos su amplitud, su transcendencia y dimensión y sus efectos en nuestra vida, primero.

Uno de los episodios de la vida de Jesucristo descrita en el Evangelio, sobre esa actitud que debemos tener como agradecimiento por lo que Dios ha hecho, la encontramos en el siguiente texto…

 Lucas7:36  Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.
Luc 7:37  Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
Luc 7:38  y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.Luc 7:39  Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Luc 7:40  Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro.
Luc 7:41  Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
Luc 7:42  y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
Luc 7:43  Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
Luc 7:44  Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
Luc 7:45  No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
Luc 7:46  No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
Luc 7:47  Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
Luc 7:48  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
Luc 7:49  Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?
Luc 7:50  Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.

Toda esta historia real, ocurrida en el tiempo que Jesucristo estuvo en la tierra,
GRACIAS PADRE POR PERDONARME
como Hijo del hombre, tiene mucha enseñanza. Voy a ceñirme solamente a la mujer, que en este contexto solo dice que era “una mujer de la ciudad” y nos dice de ella que era “pecadora”, y aparece en la casa de este fariseo, que había invitado a Jesucristo a comer en su casa, y ella trajo un frasco de alabastro con perfume. Cabe decir, antes de continuar, que estos frascos de perfume eran guardados por las mujeres, después de conseguirlos con mucho esfuerzo, pues su valor era muy alto. En otro lugar dice que 300 denarios. El denario, ya vimos, era el suelo de un día de un obrero, así que ese perfume costaba el salario de 300 días de trabajo.
Esta mujer hizo lo siguiente…
  • ·        Lavó los pies de Jesucristo con sus lágrimas
  • ·        Secó los pies con su cabello
  • ·        Beso sus pies
  • ·        Ungió (derramó) el perfume abundantemente sobre sus pies

¿Por qué lo hizo?
  • ·        Reconoció que era pecadora y cometía pecados de acuerdo a su naturaleza.
  • ·        Reconoció al que podía librarla de esa condición
  • ·        Reconoció el gran valor que tenía recibir el perdón de Jesucristo y no escatimó manifestar ampliamente su agradecimiento.


El fariseo, (por cierto, también pecador, como todos nosotros) no lavó los pies de Jesucristo ni ungió su cabeza, como era habitual hacer cuando se invitaba a comer a alguien y, algo más triste no supo quién estaba allí en su casa en su mesa. Siguió con su pecado. Sin embargo, la mujer salió perdonada…
 Luc 7:48  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”
 y salvada… “
Luc 7:50  Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.

Debemos entender que esta mujer no iba buscando “algo” físico o material, como en otros casos, no buscaba sanidad, no buscaba algún milagro…ELLA BUSCABA PERDÓN…y lo encontró, porque lo buscó debidamente.

El corazón agradecido de esta mujer, entendió profundamente el valor del perdón de Jesucristo. Esta mujer tenía ya el carácter, el corazón nuevo,  para poder perdonar a otros, como ella había sido perdonada.

Para ser perdonado por Dios, debemos entender Su perdón y entonces nos será fácil perdonar a otros.

¿Nos damos cuenta del grande perdón que hemos recibido, si hemos entendido que somos pecadores y necesitamos a Jesucristo como Salvador y nos hemos aferrado a su perdón? Si así es…estamos en condiciones para poder perdonar, como hemos sido perdonados.


 Sal 32:1  Salmo de David. Masquil. ¡Cuán bienaventurado es aquél cuya transgresión es perdonada, Cuyo pecado es cubierto!

Sal 32:2  ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño!
Sal 32:3  Mientras callé mi pecado , mi cuerpo se consumió Con mi gemir durante todo el día.
Sal 32:4  Porque día y noche Tu mano pesaba sobre mí; Mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)
Sal 32:5  Te manifesté mi pecado, Y no encubrí mi iniquidad. Dije: "Confesaré mis transgresiones al SEÑOR;" Y Tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
Sal 32:6  Por eso, que todo santo ore a Ti en el tiempo en que puedas ser hallado; Ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él.
Sal 32:7  Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; Con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
Sal 32:8  Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; Te aconsejaré con Mis ojos puestos en ti.
Sal 32:9  No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; Cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, Porque si no, no se acercan a ti.
Sal 32:10  Muchos son los dolores del impío, Pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará.
Sal 32:11  Alégrense en el SEÑOR y regocíjense, justos; Den voces de júbilo todos ustedes, los rectos de corazón.



CONTINUARÁ…


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